Hace tiempo que Harkin llegó a vivir con nosotros, sin embargo, hoy no platica como antes, creo que su silencio se debe a que hemos crecido; por lo general cuando la gente crece deja de platicarse y de convivir con sus seres queridos, los primos emigran y al regresar ya no es lo mismo, algo así debió suceder.
Cada día al regresar del colegio me encerraba en mi recámara, veía televisión, escuchaba música y me entretenía en la computadora, de vez en vez salía con los amigos o convivía con la familia, hasta que un día en aquél tianguis Harkin me dijo hola, con una sonrisa sincera y con los cabellos enmarañados como si acabase de despertar.
Aquel pequeño hombrecito me hablaba de su mundo, de aquel país que nunca encontré en el mapa, donde la amistad es tomada muy en cuenta y donde la palabra tiene poder, un lugar similar a la tierra pero en su sencillo pasado, nunca quiso hablar con nadie más que conmigo porque decía que yo era su único amigo en este lugar frio, vano y lleno de calamidades.
Aún recuerdo el berrinche que hice para conseguir su amistad, no me gustaba pero había algo que me decía que tenía que llevármelo, que era mío y que en mi casa tenía que estar.
Él me enseñó a querer a mis amigos y descubrir las sorpresas de las que está llena la vida; saber que un pez encerrado en una pecera está más muerto que vivo; y que los colores de la ciudad son grises cuando la gente llora.
De pronto un día mi amigo de cabello verde guardó silencio, Harkin no volvió a decir palabra alguna, y aunque me enfadé, no me quedó otra que respetar su decisión, ahora comprendo que su ropita no se mojaba por la humedad del cuarto sino por las noches en que sus ojos dejaron escapar el sentimiento convertido en lagrimas.
Fue justo el momento de crecer, cuando los videojuegos y demás cosas de niños dejaron de interesarme, fue en ese preciso momento cuando Harkin se volvió un muñeco más, el mismo que no habré de aventar y que conservaré con la ilusión de que algún día vuelva y le pueda dar las gracias por su efímera compañía.
En la noche de aquel día un muñeco de cabello verde camina de un lado a otro, sabe que falta poco y que aunque no pueda hablar con su amigo, en los sueños le habrá de aconsejar, Harkin romperá el silencio puesto que en esa familia un nuevo integrante está por llegar.
Y a través de los años, aquél niño conocerá al amigo de su padre y la historia volverá a comenzar, diablos, ángeles o fantasmas, un ser extraño creado en la imaginación del dueño, en aquellas veces en que todavía solíamos imaginar y teníamos amigos que nadie podía ver.
Aveces los muñecos se convierten en los mejores amigos; y otras tantas, los mejores amigos se convierten en muñecos. |