Su imagen distaba mucho de aquella cuando estaba en la marina, ahora como agente del servicio de inteligencia lucía un peinado rasta y bajo su gabán oscuro ocultaba una pistola Beretta 9mm. La parsimonia con que se movía parecía una desventaja, pero a ojo de buen cubero, se descubría que la suya era una velocidad suma, es decir, esa aparente lentitud lo hacía exento de cometer el más mínimo error y por consiguiente su hacer era impecable. Le habían encomendado una tarea que él consideraba muy penosa, atrapar a un sub-oficial de la Marina de su país que estaba vendiendo información clasificada a un país vecino. Ese tipo de gente le daba asco, sobre todo porque hace años, en un conflicto armado con aquel país, habían muerto en combate un hermano y un primo suyo. Ahora este bastardo, por un puñado de dólares ponía en riesgo la seguridad de todo un país. Este sub-oficial trabajaba en un sitio clave: en la división de planeamiento estratégico de la Marina. Le habían dado información que dentro de unos días se iba a encontrar con un par de agentes encubiertos del país enemigo, a los que a cambio de una buena suma de dinero iba entregar una serie de documentos que incluían los planes de modernización de la Marina. Durante días le había hecho el seguimiento. Sus órdenes era capturarlo vivo o muerto. Se había dispuesto la formación de un cordón de seguridad a varias cuadras de distancia, pero solo él estaba encargado de atraparlo, para no despertar sospechas. Se lo había escogido entre otras cosas por su legendaria sangre fría y porque era uno de los mejores en el uso de armas de fuego. Llegado el caso él sabía perfectamente que había que disparar rápido pero al mismo tiempo con precisión. Los años, la práctica y la experiencia le habían enseñado que disparar rápido es fácil, lo importante era no desparramar los impactos en tu blanco y eso solo se lograba descubriendo cual era tu propio ritmo. Sabía que su vida corría peligro, porque eran tres hombres contra él solo.
Unas horas antes, le informaron que el sub-oficial se reuniría con dos agentes enemigos encubiertos en una zona alejada de la ciudad, una zona fabril. Le habían precisado la hora y el lugar gracias a la intercepción telefónica a la que habían sometido al teléfono celular del sub-oficial. Tenía la esperanza de poder atrapar vivos a esos miserables. Todo dependía del factor sorpresa. Y en efecto, gracias a su habilidad y pericia parecía que podría lograrlo, en cuanto los encañonara no tendrían más remedio que rendirse y se terminaba todo. Y cuando todo parecía controlado, y los hombres resignados habían levantado las manos en señal de rendición, empezó de pronto sonar una sirena de la policía, eso distrajo a nuestro personaje por un instante, mientras los tres tipos sacaron sus armas para tratar de escabullirse en medio de una balacera. Nuestro agente logro abatir a dos de ellos, pero el tercero lo hirió mortalmente. Al final, el fuego cruzado simplemente los masacro a todos.
Al día siguiente, las noticias señalaban que un delincuente trato de asaltar a unos turistas que portaban una valija con mucho dinero y que al final se produjo una balacera y todos murieron en la misma. El país enemigo no hizo ningún reclamo y nuestro agente fue enterrado en el más estricto anonimato.
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