La sensación de estar aquí es incomparable. El aire de esta ciudad es basura. No se mueve una sola hoja. El cielo está gris y el sol es un aro apagado, por días, meses, años. El calor puede ser mucho o poco. Las mañanas son púrpuras. A veces las nubes hacen cosas extrañas, como pasar por el corredor de la muerte. Nada está terminado. Las casas son grises, sin pintar, a medio hacer. Grandes esqueletos se yerguen por doquier sin salvación. Las ruinas de los noventas. Y a nadie parece importarle. Es como si fueran a reanudar las obras mañana, pero no es así, ahí seguirán hasta que se oxiden y le caigan a alguien en la cabeza. El tercer ojo, ese que tanto te fascina, no es muy conocido por aquí. La gente es ignorante tal vez, pero eso no es nada malo. Ignorante es mejor que petulante. La sabiduría de la cuneta bañada de sangre, en la calle de los desperdicios. Es como un infierno al que poco a poco te acostumbras. Te levantas cada mañana deshecho y luego las cosas se mueven solas y de pronto ya estás soñando otra vez con ese amor imposible. Cuando vienes por el avión puedes ver que todo es distinto aquí. Hay una tensión entre las nubes y las montañas. Hay una guerra entre las masas de aire. La energía negativa de este lugar te despierta por la noche con taquicardia y ya no te deja dormir. Es terrible desde cualquier ángulo. A veces te sientes tan solo entre las láminas oxidadas que te olvidas de que hay millones de almas en pena rondando por ahí, y crees que eres solo tú y la lámina. Los artefactos y artificios del ser humano. Me gusta. Qué cosa dices. Me llegó tu mensaje otra vez. Gracias por responder. Pero podrías hacerlo de una manera más convencional.