estaba parado frente a un muerto... quien pasara por su lado, daba media vuelta o pasaba a lo lejos, con los ojos llenos de curiosidad y terror... vi a un perro que se le acercaba, le olía y empezaba a comerle las manos... la gente empezó a sorprenderse al ver este suceso, yo seguía muy cerca del muerto... todo esperaban a las autoridades... uno empezó a vociferar en nombre de los justos y los fuertes de alma y corazón... un cura se le acercó mientras el perro seguía con su festín, junto a dos perros grandes y muy feos... el hombre de rostro pálido y de alma pura empezó a rezar por el muerto... de pronto, llegaron mas y mas perros, y el cura tuvo que hacerse a un lado... la gente empezó a lanzar piedras a los perros, pero estos era muy grandes y hambrientos... uno que otro se iba y llegaban mas y mas... la gente se apartó, pero yo seguí cerca del muerto... los perros me miraba y gruñían pero no me hacían nada... pasadas dos horas llegaron las autoridades... lanzaron y chorro muy fuerte de agua y los perros huyeron llorando... quedó el muerto, las autoridades y yo, muy cerca del muerto... miramos el cuerpo mordisqueado del muerto, cuando notamos que el muerto empezó a moverse... todos nos asustamos... el muerto se paró y las autoridades retrocedieron... los perros lanzaron aullidos a lo lejos, pero yo seguí al lado del muerto... “me duelen las manos”, dijo el muerto... y cuando vi sus manos, éstas no quedaba mas que dos muñones y los trozos de hueso... “¿quién eres?”, me preguntó el muerto... “aún no lo sé”, respondí... le propuse ayudarle hacia un hospital, pues la sangre le chorreaba por todos lados... aceptó... caminamos con mucha dificultad, mientras el gentío, los perros y las autoridades nos miraban a lo lejos... llegamos al hospital y enseguida se lo llevaron a emergencia... “hasta la vista”, me dijo el muerto... alcé la mano en señal de adiós... y le vi desaparecer en una de las esquinas del inmenso hospital de la ciudad... no sabía adónde ir... y me quedé parado en el mismo lugar en donde el muerto se despidió... pasaron las horas y horas y cuando llegó la tarde, luego la noche, un doctor me vino a buscar... preguntó si era yo su familiar... le dije que era mi hermano... “su hermano ha muerto”, dijo el doctor... “gracias”, le dije... llené los formularios y cuando estuve saliendo, todo el gentío, las autoridades, los perros, esperaban... “el muerto acaba de morir”, les dije... y todos soltaron un aliento de relax... seguí mi camino en busca de algo diferente y vi parado en una esquina a un hombre hermoso y mal vestido... me acerqué y le salude... “¿te conozco?”, preguntó... “eres mi hermano”, respondí e inmediatamente le invité un bocado, el mismo que le diera al muerto que murió en el hospital...