Como una leve bocanada de viento helado,
sus manos se posaron sobre mi sien,
¿Estás tú, hay?,
como pequeña oruga por el sendero de la metamorfosis,
abres tus brazos como par de alas coloridas,
estas por estar, vives por vivir,
eres cual sobredosis de pequeños instantes.
Aférrate a mi cual inmortalidad esfumada,
para sentir tu leve deseo sobre mí,
deseo avasallante,
deseo sinuoso,
recordar nuestra avenida dieciséis,
llena de incitantes momentos de pecaminosa complicidad,
de lunas rojas,
lunas rotas,
rotas cual amanecer,
amanecer de nubes azules,
azul como el mar,
como el color de tus ojos,
amanecer de nubes negras,
nubes negras sobre mi corazón.
Detrás de ese remolino de ausencias
apareces cual penumbra mojigata,
sin dejarse ver
sin dejarse tocar,
burlas mi silencio, mi barrera de protección
protección violada, perturbada,
por tu borrascosa presencia,
por instantes inapetentes. |