EL HOMBRE QUE VIVIA AYER
Anteriormente nunca le había ocurrido nada parecido a lo que le empezó a suceder en aquella soleada tarde de hace unos cuantos años, se trato de un extraño suceso, que según mis noticias no se ha vuelto a producir.
Aquella tarde al salir Fermín del trabajo y antes de volver a casa, decidió recoger el traje que había dejado hacia unos días en la tintorería, pero al entrar se dio cuenta de que no tenia el ticket que supuso había perdido, no le dio ninguna importancia, ya que podía explicarles como era el traje que había dejado, esperaba no tener ningún problema.
Pero al verle el dependiente de la tintorera le dijo.
“Buenos días señor, de nuevo hoy por aquí, ¿nos trae alguna otra prenda? estupendo eso quiere decir que le gusto como le limpiamos el traje que recogió ayer”
“¿Cómo que el traje que recogí ayer?, si vengo hoy a por él” le contesto Fermín.
“Pero señor, le recogió Ud ayer y le lleva puesto”, le dijo el dependiente extrañado.
Fermín se dio cuenta en ese momento, que era verdad, llevaba puesto el traje marrón que venia a recoger, pero como se podía haber olvidado de que había venido ayer y es mas juraría que era hoy cuando le dijeron que el traje estaría listo, que distracción, en que estaría pensando. Y salio de la tintorería francamente confundido.
Ya en casa dejo de pensar en ello y de darle importancia y se dispuso como todas las noches a prepararse la cena.
Como vivía solo, se tenia que ocupar de todos los temas relacionados con la intendencia y mañana le tocaba “super” así que lo primero fue hacer la lista de la compra para a continuación acercarse al frigorífico que sabia casi vacío para coger cualquier cosa para cenar.
Pero al abrirle se quedo totalmente sorprendido, estaba a rebosar y justo con todos los alimentos que acababa de anotar en la lista.
Pero como podía ser esto, si era mañana cuando tenía que ir a la compra, no recordaba haber ido antes y sin embargo ahí estaba todo lo que necesitaba.
Fijándose vio que en uno de los paquetes aun estaba grapado el comprobante de pago y la fecha era la de hoy.
¿Estaría perdiendo la memoria?, nunca le había ocurrido nada parecido, esta tarde la tintorera y ahora la compra, él era un hombre metódico que programaba con detalle sus cosas, no era nada distraído, no se lo explicaba, quizá estaba mas estresado de lo que creía, tenia que prestar mas atención a lo que hacia, no le gustaba nada lo que había pasado.
Se acostaría temprano y tomaría un relajante, tenia que haber sido un incidente pasajero, pero como hombre previsor que era, apunto en su agenda las tareas que pensaba realizar al día siguiente, como siempre muy detalladas y precisas.
OFICINA.
• Dos reuniones a primera hora con proveedores.
• Acabar el informe de exportación mensual.
• Preparar el expediente de salidas de almacén
PARTICULAR
• Llevar el coche al taller para revisión
• Ir por la tarde a ver a su hermana
• Telefonear a su madre como todos los miércoles
Y llego el día siguiente, había descansado bien y olvidado los incidentes del día anterior por lo que bajo al garaje contento y canturreando, cancioncilla que se corto en sus labios, cuando vio que no estaba su coche.
Me lo han robado, lo primero que pensó, ¿Pero como habrán conseguido entrar al garaje sin llave?
Todavía estaba confuso, cuando su vecino de piso que entraba en ese momento, le dijo.
“Si quieres te llevo a la oficina, ya vi como dejabas ayer el coche en el taller”
Pero como que deje el coche en el taller, pensó, es hoy cuando lo iba a llevar y como puedo haber olvidado una cosa así.
Casi no hablo con su vecino en todo el recorrido, repasaba y repasaba el día anterior intentando acordarse cuando podía haber llevado el coche, pero no consiguió aclararse.
Para su desgracia su confusión no termino con el incidente del coche pues al llegar a su despacho se encontró con.
• Las dos actas resumen de la reunión con los proveedores que tenia previstas realizar hoy, hechas ya el día anterior.
• El informe mensual de exportación finalizado e incluso visado por su jefe con fecha de ayer.
• Y el expediente de salidas de almacén terminado e incluso encuadernado.
Y ya llevaba al menos veinte minutos con la mirada perdida en los documentos sin saber que pensar y totalmente atónito, cuando le paso una llamada su secretaria, era su hermana
“Hola Fermín, ayer por la tarde te dejaste en mi casa el mechero, no te preocupes, te lo devolveré en cuanto te vea, por cierto me ha dicho mama que gracias por los pasteles que le llevaste ayer, que eres un sol, besos”
Casi ni la contesto, pero que pasaba, si son cosas que tenia que hacer hoy y ya estaban hechas, y las había hecho sin acordarse.
Paso el día como pudo, prácticamente ausente, aunque a media mañana decidió que era imprescindible visitar al medico, era incomprensible que no recordara las cosas que ya había hecho y mas aun cuando las tenia apuntadas y planificadas para el día siguiente, era para volverse loco.
Salio pronto esa tarde y se fue a la consulta del doctor Ruiz, antiguo amigo de la infancia para contarle el problema, algo podría recetarle, pensó, algún consejo le daría, confiaba mucho en su amigo.
Entro en la consulta muy nervioso y con la cara desencajada, sorprendiéndose mucho al ver la sonrisa de su amigo, ya que hacia mucho tiempo que no se veían.
“Fermín, otra vez aquí, ya te dije ayer que te relajaras, que no te obsesionaras y que descasaras lo mas posible, que los nervios gastan muy malas pasadas y que lo que te pasa no tiene ninguna importancia, son distracciones pasajeras” fueron las primeras palabras que a modo de saludo recibió.
“Pero, ¿es que vine ayer?” le contesto Fermín.
“Si hombre si y ya te dije que te calmaras, anda tomate unos días de vacaciones y recupérate, no te obsesiones” le aconsejo el medico.
No sabia que hacer, no tenia sentido lo que le estaba pasando, estaba seguro de que las citas, las reuniones, etc estaban programadas para los días que el apuntaba y que era imposible que se realizaran antes por muchas razones, no era posible, no era posible, no era posible…
No podia reaccionar, no sabia que pensar y que hacer, tenia que no obsesionarse y como le había dicho su amigo tratar de distraerse, eso es, eso es, lo que haría, pensó, esta tarde se iría al cine y se compraría unos zapatos que había visto hacia unas semanas y que le encantaban.
Se fue a la habitación para vestirse pero cuando acababa de ponerse la chaqueta, vio a los pies de la cama una caja de zapatos que no recordaba, la abrió con temor y en efecto, tenía los zapatos que pensaba ir a comprarse esa tarde y el ticket de compra con fecha de ayer.
Lleno de un repentino presentimiento, se metió la mano en el bolsillo de la chaqueta, y saco aterrado el billete de entrada al cine de la película que pensaba ver hoy, había ido ayer.
No pudo mas, se acostó y estuvo delirando y enfebrecido al menos tres días, hasta que se fue recuperando gracias a una idea que le fue germinado en la cabeza y que se concreto finalmente en un plan.
No se que me pasa, pensó, pero las cosas son como son, por alguna razón que no comprendo hago las cosas el día anterior de haberlas pensado hacer, bueno pues que sea así, al fin y al cabo si las hago no pasa nada, es como si viviera con un día de adelanto, sigamos viviendo, a lo mejor algún día se me pasa.
Y así lo hizo, vivía con un día de adelanto, se enteraba cada mañana que ya había realizado las cosas que pensaba hacer en ese día y aunque era una forma de vida extraña, la verdad es que no tenia ninguna otra consecuencia negativa, por lo que se adapto y así siguió muchos meses y meses que en seguida se convirtieron en años.
Para el ya no era un problema se había acostumbrado a esa organización del tiempo de la que solo él se beneficiaba o sufría, la realidad podía verse tanto desde un aspecto negativo como positivo.
Y llego un día, un día normal como otros en que al volver del trabajo y comprar el periódico como hacia siempre y ya al final del mismo al repasar en forma distraída la hoja de defunciones, vio que había una esquela encargada por los trabajadores de su empresa en que lamentaban su propia muerte victima de un infarto repentino el día anterior.
Se quedo aterrado, pero como siempre no pudo hacer nada y esa misma tarde murió del anunciado infarto.
Fue la única persona en la historia de la humanidad, que había vivido un día más después de morir.
Fernando Mateo
Septiembre 2014.
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