El presidente Galdera fue discente en una prestigiosa universidad de Estados Unidos; allí le enseñaron a decir todo tipo de mentiras, como por ejemplo, que los soldados son héroes, pero él no es capaz de enviar a sus hijos a la guerra. Su padre también fue político y fue senador; llegó a tener el cargo más alto dentro del congreso, fue presidente de esa institución. Todos los días se dedica a hacer una sola cosa, tan solo una. Su país está en guerra hace más de 50 años. Por las mañanas él se levanta, y se alista para realizar su actividad cotidiana, la misma que hace todos los días desde hace varios años. Es la misma que hará hasta cuando termine su mandato.

Se pone su vestido de paño y se alista para no hacer nada. Es decir, para ver su guerra, la que su país ha vivido por varias décadas, la cual nadie ha podido parar. Su mujer y sus hijos salen a dar un paseo por los alrededores del lugar. Su mujer se dedica a caminar de un lado a otro dentro del edificio todo el día y no hace nada más en la vida. Sus hijos estudian en una gran universidad del país y todo el día se la pasan bebiendo cerveza en un bar cercano a la institución educativa. Hacer nada y hacer lo que él hace es lo mismo. Una de las empleadas del palacio le alista una silla, cerca de una ventana, en la segunda planta de la construcción y le pasa unos binoculares, pero no son unos comunes. Son unos muy especiales, con un alcance excepcional.

El señor Faldera se sienta en su silla, toma los binoculares, los ajusta y empieza a observar a la distancia. Traspasa todos los objetos a su alrededor y alcanza a ver lo que pasa en la selva, en la de su país. Puede verlo todo claramente, puede observar con claridad lo que está sucediendo. La escena es más o menos así, un grupo de soldados están atrincherados disparando sus metralletas (FAMAS), y al otro lado están los guerrilleros disparando sus metralletas (M4A1). El presidente Faldera ve con claridad la escena, no solamente los balas que van de un lado a otro, también observa claramente como las personas de uno y otro bando van cayendo. Algunos mueren al instante, balas en el corazón, en el estómago, en la boca, en los ojos y en la frente. Esto para los que mueren al instante. Otros reciben balas que los hacen agonizar por unos momentos y los lleva a la muerte luego de un corto tiempo: balas en las piernas y en los brazos. Al no recibir asistencia médica inmediata, estos soldados y guerrilleros fallecieron al cabo de unos minutos.

Muchos otros recibieron la asistencia médica necesaria y se alcanzaron a salvar, pero les amputaron uno o los dos brazos y/o una o las dos piernas. Mientras tanto, El presidente Faldera miraba con sus binoculares la escena de guerra, y se reía; veía las facciones de los rostros cuando las personas de ambos bandos recibían los disparos y seguía riendo sin parar. De repente, un hombre, agente secreto del M670 ingresó al lugar por una ventana. El agente ya sabía a qué se dedicaba el señor Faldera, por eso llegó preparado para torturarlo.

Le aplicó la llave del sueño y se lo llevó lejos de allí, ya había vencido a toda la guardia presidencial. Cuando el señor Faldera despertó, estaba en una silla amarrado con cuerdas torcidas casi que momificado, pero con la cabeza descubierta. El agente le preguntó - ¿Quiere que le haga el suicidio asistido como lo hacen en Quiza? -. El señor Faldera le respondió – Sí por favor, he escuchado que allá lo hacen correctamente -. El agente replicó – Está bien -. Procedió a juzgarlo. Las cenizas quedaron. Así terminó la actividad cotidiana de un presidente que se reía mientras soldados y guerrilleros morían en la guerra.