Empecinado busco mujer de grandes ojos
con mirada de cielo y de manos pequeñas
para que me pierda si me encuentro en calma
y me encuentre y me pierda si estoy agitado.
Deseo saciarme en sus ojos de deseo
y que griten los astros al reflejarme en ellos,
nadar en su aguamarina serena o revuelta
y ahogarme en la espuma del oleaje de su sexo
cuando la profanen indómitas mis ganas.
Que arquee las cejas cuando me vea,
que arquee la espalda cuando me tenga,
y que arquee las piernas cuando me ame.
Hoy sé que Venus es de ella y su monte
abre de par en par porque me pertenece.

Necesito su mirada eterna de matices
de color esperanza y rasgos locos febriles
que torne felinos a mis eternos ojos negros
y retorne esos sueños líquidos de un joven
antes de que fueran moldeados del barro.
Sus pestañas cuidando secretos me pierden,
cuando les encontré, me dominaron... lo recuerdo...
después extraje los sueños de sal de mi mente
y mezclé sus deseos con mi alma expulsada en su vientre.

Deseo su mirada hirviente de mí, de mi cuerpo,
entregada a mis ganas por las noches
y durante el día a mis placeres.
Los destellos de su cielo clarososcuro me atrapan,
cuando me observan me incitan y describen ansiosos
el próximo acontecer lascivo inevitable...

...y perderme al contemplar los pétalos húmedos perfumados
cuando su flor nace vestida de feromonas
para que viva y muera dentro de ella
cuando me vaya y cuando me venga.

Sí, quiero de nuevo sus ojos grandes para perderme...
en su mirada, a su lado,
respirar su aliento agitado,
devorar su grito con mis encías
y descubrir su semilla con mis yemas,
y con su saliva saludar al cansancio...
para acabar mis ganas en su cuerpo
hasta terminar en ella... purificado.

Alejandro Ornelas