No debiste llegar en este instante,
aquí, ahora, justo cuando lo creía imposible,
no debiste fijar tu mirada que destella fuego,
si no pretendías quedarte conmigo al menos.
No debiste rozarme con tus pechos de Diosa,
ni rodear fuertemente con tus piernas mi cintura,
no debiste dejarme respirar tu aliento,
ni susurrar mi nombre entre caricias y besos.
No debiste mujer alterar mis sentidos,
ni con miradas, ni con gestos, ni gemidos,
No debiste renunciar diariamente a repetirlo,
pues te juro que así lo hubiésemos vivido.
Cuantas cosas que no debiste, pero que son,
cuanto duele que ya no sean, ni que serán,
pero si de algo estoy seguro, y me atrevo a apostar,
vivirás en mi recuerdo y ahí nunca me dejarás. |