Otra vista

Un mundo nuevo se presenta ante mi vista. Nunca antes lo había percibido, siempre apurado, siempre pensativo. Sin tiempo para el divague, con mis sentidos puestos en el futuro inmediato impedido de paladear el presente, cabeza baja en busca de los espacios para avanzar entre la muchedumbre que se apretuja tratando de ganarle segundos a sus vidas.

Porque por las mañanas nadie se detiene, parece que todos nos levantamos tarde, los relojes se aceleran y las miradas se pierden.

Ceremonias citadinas de rostros adustos y cuerpos robóticos que se desplazan en caravana y se pierden en gran urbe.

Pensar que son los mismos que en la noche del viernes saboreaban el mundo con la cerveza recién tirada, ojos aviesos de sensuales miradas y cuerpos exultantes.

La esquizofrenia humana en todo su esplendor, hasta los niños que se dejaban caer por los toboganes el domingo hoy se los ve flamear aferrados de las madres que los depositan en las escuelas, contagiados de la misma angustia que les trasmiten los mayores, sin juegos ni prerrogativas.

Una energía cósmica asimilable al choque de los planetas subyace en el ambiente, que pronto se irá encauzando hasta devolverles la dignidad a las personas que pugnan por encontrar sus espacios, en esos traumáticos momentos que nos pone a prueba la sociedad contemporánea.

OTREBLA