Caminata Nocturna

Había olvidado lo que era dar una caminata nocturna. Llevaba mucho tiempo perdido en el tiempo, creyendo en muchas ocasiones que ya no era el mismo. Y es que no lo somos, pues el devenir del río de Heráclito, nos hace ser diferentes a cada instante: Algo muta entre nosotros a medida que transcurre el tiempo.

En mitad de aquella calle que recorría en busca de algún rostro amigo, poco conocido observé en mi recorrido. Pero la sensación de reconocer ese instante en el que creí hallar un puñado de la calma que a veces trae la soledad, era algo que proporcionaba un grano de felicidad alejando las dolencias que atormentaban el cuerpo y el alma, cuando no se encuentran las palabras y señales en el bosque de símbolos que nos cuenta Baudelaire. Y él, que aunque se le vitupere con malsonantes dicciones, es otro más de los humanos que trata de trascender, como lo queremos todos, incluso con las vidas sencillas: Aquellas que creemos simples, por no ser sus nombres retumbantes en las mentes de varios, sólo en los necesarios.

Entonces quise internarlo nuevamente, decir algo, poder mover un párpado, gritar que aún seguía vivo… mas tal querer se quedaba en la idea, como algunas veces se nos olvida hacer lo que deseamos por quedarnos solamente con lo que vemos a través de las sombras sin intentar salir de la caverna. Ahora vuelvo a cerrar los ojos e intentar despertar, para dar una caminata nocturna de aquellas que poco a poco he venido olvidando.