Fue la vida, la que en un desafío nos abre los brazos
dadivosa, mezquina, asida a nosotros, luego esquiva,
la que me trajo a tu cielo azul de mil fulgores
hace dieciséis años ya de eso; entre ausencias y regresos
sigo aquí, huésped porfiado en la comodidad
que ofrece lo regalado,
aprendiendo de todos, soportando con paciencia a algunos,
entre poemas, cuentos y reflexiones que apenas entiendo.
He de seguir aposentado en tu espacio, por tus habitaciones, conociendo de tus silentes intersticios y recovecos
que me son tan entrañables,
con la necia esperanza de lograr develar tus misterios
que me han atormentado por todos estos años.
¿Por qué se dice “1 en el chat”, por un buen rato?
¿Acaso esa persona no tiene en su entorno
alguien con quien hablar, aunque fuera un gato?
¿Por qué tu anacronismo página mía?
Si la última referencia en tu sección “Noticias”
data de hace ochocientos y tantos lejanos días.
Intento comprender lo que de ti desconozco
tampoco espero que alguien me lo diga…
¡Qué el cielo me maldiga por seguir en este purgatorio!
Algo debe haber de meritorio continuar en tu sendero,
como dijo el poeta, “…que algo tiene de cruz y de calvario”, de sudario tal vez, que me ha vuelto el alma de mil hilachas leyendo a damas virtuales y sexagenarias muchachas; nuevos escritores y otros de supuesto culto,
que cargan su ego cual pesado bulto,
cofrades de la mentira en el halago ciego.
También reconocer que hay poemas que brillan
con luz propia ¡Estos sí que merecen copia!
Como los que nacen de la buena pluma
de aquellas que sin alardes escriben con destellos de luna
e inspiración divina.
En prosa tienes excelentes inquilinos, eternos castigados
por envidia. esos quienes son premiados con estrellas, irónicamente otorgadas sólo de a una sin mediar querella.
¿Que por qué me refiero a ellos en este tu aniversario?
¡La importancia que tiene el árbol,
es porque en él se posa para trinar el canario!
Y que nadie pregunte qué mano
ha trazado estos coloquiales versos,
sólo responden al llamado de la conciencia con ropaje lúdico
irreverente tal vez, seguro impúdico...
es que soy así y no de “esos”.
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No todos los que asisten a un festejo son proclives al grandilocuente halago, porque es muy cierto que… “colocamos los elogios, como se coloca el dinero. Para que nos lo devuelvan con intereses”. Siempre agradecido con la Página Azul por su hospitalidad.
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