Quizás el recorrido más largo dentro de una ciudad, ciudad que acogía un sentimiento puro e irracional, quizás.

El frío era un simple extra en el recorrido, todo lo compensaban tus abrazos, quizás.

El cálido frío de tus manos entrelazadas con las mías despertaba curiosidad en algunas almas a nuestro alrededor, quizás.

El aroma dulce de tus cabellos envolvía hasta el entorno más oscuro, tus labios suaves tal brisa de primavera me hipnotizaron este invierno y no me queda otra opción que caer bajo tus encantos, quizás.

En más de una hora de viaje, creí no soportar más esta dulce tortura, el descenso, caminar de tu mano unos metros y quizás llegar a destino, solo quizás.