El poeta narra,
describe lo que vive
lo que siente
lo que cansa...
lo que sana.
Muere y vive el dolor;
en la alegría matizada de felicidad busca la muerte
y renace en sus letras con el impulso de tocarlo todo.
Quizás la gente normal, la mortal,
se abstiene de cosas vividas que contar;
el poeta no,
se empecina a vivir intempestivamente
para dar y recibir,
para heredar y arrebatar de la misma luna los sueños,
los cumplidos y los privados en el tintero de su alma.
El poeta experimenta,
avanza, nunca retrocede;
el dolor y la risa son el material que necesita
para descubrir el impulso de dejarlo todo atrás.
No sólo narra,
transmite, entrega,
se pierde y se encuentra en lo vivido,
en lo soñado,
en lo deseado,
en lo negado,
en lo experimentado y desaprovechado.
El coraje,
los miedos
las lágrimas
los anhelos y el deseo
son la tinta de sus pluma,
recuerda el olvido y olvida el recuerdo en sus estrellas.
Es la vida del poeta
desangrarse en palabras
para entregar el aliento en sus poemas
y vivir para siempre en sus versos.
Alejandro Ornelas |