Por tus venas corre la tibia savia de la caña,
Y en la nervadura de sus hojas se aloja tu espíritu,
Te adorna el perfume de las flores del alba
Habitas en el espíritu del bosque y su lluvia primera
Me hice árbol, me hice enredadera
Solo para acercarme a ti
Y poco a poco fui aprendiendo tu críptico lenguaje:
El canto de las aves y el crepitar de las hojas secas.
Nardos y corolas adorna tu preciosa cabellera.
Yo que solía habitar en desiertos infinitos
Al brindarme ahora semejante ropaje y sustento
No puedo más que llorar agradecido
Y amarte hasta el final de mis días.
Texto agregado el 07-09-2014, y leído por 147
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