Pequeñas motas de polvo, brillan alrededor de mí con la luz del sol de la mañana. Tomas mi mano y me invitas silenciosamente a ir al jardín, donde en medio se encuentra una fogata de llamas azul-verde; de pronto todo cambia y es de noche frente a nosotros se encuentra un mar violáceo y un cielo tapizado de millones de estrellas, al fondo está Saturno con sus anillos giratorios.
Las llamas azules de la fogata palpitan como un corazón, se escuchan sonidos de tambores africanos, comenzamos a bailar y nos introducimos en las llamas pero es un fuego que no quema se siente como el calor de una tarde de verano.
Salimos de la fogata renovados y nos metemos al mar, que brilla con destellos violeta y tornasol, al hacerlo nos rodean peces multicolores de una fosforescencia casi irreal, puedo sentir en mis labios el sabor del mar: es un sabor a sal a veces ácido aveces dulce.
Nadamos lentamente mientras nos sigue un grupo de delfines y vemos en el lecho marino un atrapasueños gigante, entre los dos lo tomamos y con el ejecutamos
giros y más giros.
Agarras mis manos con firmeza, en el fondo de tus ojos puedo ver reflejados los peces de colores que circulan a nuestro alrededor y me sumerjo en ti sabiendo que ahí me encuentro a salvo, es como entrar en un monasterio silencioso y antiguo.
Entro en tu yo interno fácilmente y me transporto por los laberintos de tu torrente sanguíneo hasta llegar a tu corazón, en donde se encuentra la esencia de tu alma y deposito un beso tierno y apasionado.
Poco a poco, las imágenes se desvanecen, me cuesta abrir los ojos, los siento pesados, no puedo mover mi cuerpo, sin embargo siento tu mano en la mía, percibimos la luz cegadora de laboratorio de sueños, en donde hemos sido parte de un experimento de sueño
compartido.
Nuestra aventura de onironautas ha terminado esta vez, al verte postrado en la cama contigua observo tus ojos y en el fondo sigo viendo peces multicolores, atrapasueños mágicos y monasterios antiguos... |