Yo no ambiciono demasiado,
Sería completamente feliz,
Tan solo con un piano,
Y tiempo suficiente para tocarlo.
Pero, hasta este momento me vengo enterando
Que es un regalo caro.
Mi viejo me dijo “no puedo”,
Mamá me dijo “no quiero”,
Así que me he conformado
Con un gusto vacío por el canto,
Por la guitarra y el llanto.
Temí jamás tener mi piano
Así que me fui rumbo al sol
Dejando tierra de azul recuerdo
Pasando por colinas siamesas
Y pisando el camino surcado
Fui mas allá de donde pude ir arrastrado.
Tarde, en dirección a la clave de sol
Me tope con una línea pura
De negra ruda, con aroma a viento
Pero, del viento fresco
De los olvidados huertos
Con sabor a miel y avena
De seis tristes fieras con seis cabezas
Que silban y cantan la novena,
a canon, mientras comienza la primavera
Seguí el rastro melodioso
Compás por compás,
Y cada ocho que pasaba
Respiraba con dificultad
Cuando al fin el canto, el silbar
Y el apresurado marchar mió se encontraban
No vi fiera, ni miel, ni avena
No había un piano, solo mi llanto.
Y un pedazo azul de tierra.
Volví de donde partí.
Antes notar que ya era mucho mi caminar
Regrese a este lugar
Donde el piano se aleja y no mira,
Donde la clave evita al sol
Y el pájaro no canta
La tierra azul del árbol seco
De los trazos y del muerto viento
Donde no se escucha el canon
Solo se confunde con la sombra
Donde el sol no es de clave es,
de cansancio y sedentario
Donde no hay mudanza
Ni fina estancia,
Donde el músico muere de soledad
Por que le abandona el viento
Que trae le melodía
Donde las vibraciones desisten
A sonar
A viajar
A llegar mas allá de un infiel ruido sordo
Como golpe y grito,
Al par del cebo, el tabaco y el vino
Que abundan en tierras azules
Nada ha cambiado
Solo yo, que ahora soy blanco
He huido de mi estirpe azulada
Abandonando el destino opaco
Por la trasparente indiferencia
Me he destetado del azul
Del cielo
Del viejo y de mamá.
Regrese porqué mios pies
Me han dado un consejo
Uno que deja rastro blanco
Como mi color y que combate
Al azulado ruido que dan mis pasos
Auque mi esencia es pura
Es blanda y blanca
El lunar blanco me ha llamado
Mi destino, para mirar
Al viento y ponerlo en mi oído
Para caminar por el prado
E ir cantando con mis manos
Para ir por la sombra silbando
Y sacando mi guitarra
Alzando la mirada
Para hacer de pocos lunares celeste
Cada vez más transparentes
Para mirar al sol y verle con clave en tierras azuladas
Para darle sentido al ruido, convertirlo en sonido
Y añadirle repiques y silencios
Hacerle el amor al viento
Y crear nuevos sonetos
Hijos míos, que broten al abultar mi pecho
Y escupir el aire
De grisasia pigmentación
Maltratando al ocioso
Y dirigiéndolo.
Quitarle en pocos
O en demasías su virus
Celeste, guiándolo paso a paso
Hacia la muerte
Mi destino me revela,
Que soy como la sirena,
Que con el canto, el sonido y el llanto
Trae le perdición y la pena.
Pero, solo se pierde lo azul
para comienzo de lo blanco
que no hay peor ineptitud
que permanecer azulado
He muerto, y desde hace ya mucho tiempo
Dicen mis transparentes pasos
Solo mi aroma a avena
A canela y a sándalo
Me traen mudanza
Mudanza del blanco al gris
Que me lleva al negro
Por que pido la monocromía
Quiero el sabor a palo y a aserrín
A marfil y a crin de caballo
Quiero el olor del pino
y la esencia del adoquín
Quiero la sombra del Maple
Y del ahuehuéte,
Quiero sentir la sangre del apasionado
Y quiero la liza forma
Y si hago todo esto bien
Adheriré mi alma
Al objeto más preciado
Como el galgo del que ahora me rió
Que moriría sin gruñido alguno
Por reencarnar en jinete
el se reiría de mi, mostrándome
todos sus dientes,
panza pa’ riba de pelo cano
cuando se entere que mi único deseo
lo único que con esto espero
Es reencarnar en piano
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