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CAMBIO DE TRABAJO

Estaba harto de su trabajo, pero no un poco, estaba muy harto, llevaba en lo mismo desde los dieciocho años en que empezó hasta ahora que acababa de cumplir treinta y ocho y nunca había tenido oportunidad de hacer algo distinto de lo que hacia.

Reconocía que al principio le encantaba, había conocido a mucha gente variada, se había relacionado, era un trabajo fácil para el que casi no tenia que esforzarse, en general todo estaba bien menos el horario, hay el horario, ya no podía mas con el horario, siempre trabajando de noche, desde mas o menos las once hasta el amanecer y así un día y otro, y otro mas, nunca había tenido la oportunidad de cambiar a un turno de mañana, siempre de noche, de noche y mas de noche.

De las condiciones tampoco se quejaba, era muy apreciado por sus superiores y había ido ascendiendo de categoría y responsabilidad, ahora era jefe de un grupo de trabajadores mas jóvenes, que el mismo había elegido y adiestrado, que le apreciaban y le admiraban por su experiencia y profesionalidad, tenia fama de no dejar nunca un trabajo a medias por mucho que le costara y si le fallaba una noche, buscaba la ocasión de terminarlo a la siguiente, era muy perfeccionista.

En la actualidad dominaba su tarea como el mejor y solo en rarísimas ocasiones surgía algún incidente digno de mención, algo distinto, que siempre resolvía con prontitud y eficacia.

Al llegar por las noches, lo primero que hacia era distribuir los grupos de trabajo por los diferentes distritos de la ciudad y quedarse, para eso era el jefe, con el barrio mas tranquilo, mas señorial, mas populoso y mas productivo, que atendia el personalmente.

Pero a pesar de todas las cosas buenas que su labor tenia, que conocía y valoraba, la noche le pesaba mucho, llegaba a casa tan cansado que ni desayunaba, bueno a decir verdad, durante la noche siempre se tomaba varios tentempiés que le entonaban y que le quitaban el apetito hasta para desayunar al día siguiente.





Por las mañanas llegaba a casa fastidiado y en los últimos tiempo tan aburrido, que se acostaba de inmediato, no tenia animo para ver la televisión, ni para leer un rato, ni nada, solo dormir, se pasaba toda la jornada dormido hasta el anochecer y otra vez lo mismo y así todos los días, la rutina ya le parecía insufrible.
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Llevaba ya mucho tiempo en que anhelaba un cambio, quería trabajar como la inmensa mayoría, de día y descansar de noche, le parecía que eso era lo normal y no al revés, quería tener la oportunidad de disfrutar de la ciudad con luz, estaba cansado de las sombras, de las penumbras, quería pasearse con sol y descansar como la mayoría de los mortales por la noche.

No le importaba tener que dar un paso atrás en su carrera laboral, si tenia que empezar de nuevo le daba igual, se sentiría satisfecho aunque tuviera que esforzarse mucho mas, el lo que ansiaba era vivir con luz.

Sus amigos, que eran todos compañeros de trabajo y los únicos con los que se relacionaba, cuando les contaba sus planes, siempre le decían.

“Pero, Rodolfo“ ( así se llamaba ), “Estas loco, pero no te das cuenta del chollo que tienes, del chollo que tenemos todos nosotros, es un trabajo sencillo para el que tanto tu como nosotros estamos especialmente dotados y después de tantos años supercapacitados para realizarlo, recibimos muchas satisfacciones contactando con gente tan diversa y siempre sin compromisos posteriores, lo pasamos bien, nos divertimos y la organización nos estimula y aprecia, ¿Que mas podemos pedir?“

“Si, si tenéis razón” contestaba “Pero nunca disfrutamos del día, nunca tenemos la ocasión de contemplar la salida del sol o ver las rojizas nubes de un atardecer, son cosas que solo he visto por la tele” les decia. “Nuestro trabajo esta bien, pero nos estamos perdiendo cosas maravillosas, estoy seguro”

“Ni día, ni sol, ni leches“ le contesto Hugo, su amigo intimo, que presumía de decir las cosas siempre muy claras y directas, “Deberías estar encantado con lo que haces y no darle mas vueltas al tema ¿Tu has pensado el disgusto que le ibas a dar a tu padre? , tanto él, como tu abuelo, como el padre de tu abuelo, como tus antecesores han trabajado en esto, es una tarea que se hereda y en la que se medra, todos hemos podido encontrar nuestro sitio en esta dura sociedad y supervivir y así continuara y no solo te digo que no somos necesarios sino imprescindibles. ¡Anda olvídate del tema y relájate¡ y vamos a tomar algo, yo te invito”

Pero no se olvidaba y seguía a la suyo, mandando y mandando cartas a todas las demandas de trabajo que encontraba y aunque seguía cosechando desilusión tras desilusión pues siempre recibía la misma contestación “Le agradecemos su interés en el puesto de trabajo que ofertamos pero lamentablemente no podemos considerarlo, ya que su experiencia laboral se limita solamente al trabajo que desempeña, y no se ajusta a nuestras necesidades“. El no se desalentaba.

No se iba a rendir y seguía buscando en Internet y en todos los medios que tenia a su alcance, el nuevo y soñado trabajo, pero eso si, siempre por su cuenta, no podía recurrir a sus amistades, todos trabajaban en lo mismo y todos pensaban como Hugo.

Y las cosas al final como la sabiduría popular dice, “La constancia siempre es recompensada“ tuvo su premio, una madrugada al llegar a casa, se puso a leer desganado las tres cartas que el día anterior había recibido y que había dejado tiradas en el sofá sin ni siquiera prestarlas atención y que le decían lo de siempre “ Muchas gracias, pero…..”, ya se iba a costar, pero decidió antes echar un vistazo al ordenador a los correos por si acaso y allí estaba al fin la buena noticia.

Una empresa de tejidos, le ofrecía el puesto de vigilante diurno en uno de sus almacenes y le comunicaba, que si estaba de acuerdo con la oferta se presentara en la dirección que le adjuntaba el siguiente miércoles.

Solo le falto llorar de alegría, al fin llegaba su oportunidad, se engancharía a ella con todas sus fuerzas, se iba a esforzar a tope y no tenía la menor duda de que lo haría perfectamente, estaba entusiasmado, por fin todo iba a cambiar para él.

Al día siguiente escribió a sus padres, que vivían ya retirados en otra lejana ciudad, contándoles su decisión y su entusiasmo, pero no habían pasado tres días, el tiempo necesario para que les llegara la carta, cuando su madre le llamo por teléfono.

“Pero hijo“ empezó, con voz quebrada “Que disgusto, pero que disgusto nos has dado, ¿Pero como nos haces esto? ¿Pero estas loco, con lo bien que te habíamos preparado tu padre y yo para la que tuvieras un buen porvenir y un buen trabajo, el tradicional de nuestra familia? tu padre se ha metido en la cama y no quiere salir esta totalmente abatido, pero hijo, pero hijo piénsalo, por favor, por favor ….”

“Mama“ Le contesto Rodolfo, “No dramatices, venga tranquilízate, ya veras como me va muy bien, estoy seguro, anda no llores y dile a papa que no se lo tome así“, le envío un beso y acorto la conversación, no tenia nada mas que decirle, era un adulto, tenia derecho a dirigir su vida y era una decisión que había tomado ya hace mucho tiempo, tenia que cambiar, tenia que cambiar y cambiaria.

Al día siguiente se despidió de sus compañeros, con lo que había pasado jornadas inolvidables y alguna que otra aventurilla interesante, que no olvidaría con facilidad, eran unos buenos chicos, estaban bien preparados y harían un buen trabajo, estaba seguro que dejaba un buen recuerdo en ellos, hubo algunas lagrimillas disimuladas y caras de pesar por su marcha y se fue mas que alegre a esperar el miércoles, su día, su nuevo día.

Mucho antes de la hora de la cita, ya estaba vestido, con su flamante traje negro y la corbata de lazo, que siempre llevaba, nervioso y expectante, esperando la hora que al fin llego, se puso por encima la capa que siempre utilizaba y a la calle.

Bajo las escaleras silbando, deseoso de ver el día, que adivinaba luminoso y espléndido y que en realidad lo era.

Pero no había dado dos pasos, cuando se empezó a sentir mal, muy mal, le empezó a picar de pronto horrorosamente las manos, dos pasos mas y un dolor inaguantable le atenazo la cara y la cabeza y comenzó a notar una extraña sensación que nunca había experimentado, le pareció que se estaba encogiendo, que se estaba disolviendo, y no era una sensación, vio con horror que por las mangas del traje le chorreaba un liquido mezclado con la piel de los brazos que caía al suelo en goterones grasientos, no podía dar ni un paso, se estaba encogiendo por momentos, el dolor le martirizaba horriblemente mientras se veía disminuir de tamaño cada vez mas y mas, se disolvía por momentos, ya casi estaba inconsciente cuando noto que los ojos se le salían de las orbitas y caían al suelo y finalmente se derrumbo como un muñeco al que hubieran vaciado del serrín interno, los pocos restos de su cuerpo quedaron tapados por el vacío traje y la negra capa que llevaba, se había consumido, se había diluido, sin haber podido decir ni una palabra.

Y es que a Rodolfo, o nadie se lo había dicho o se le había olvidado que él, sus padres, sus antepasados y todos sus amigos eran vampiros.

Texto agregado el 04-09-2014, y leído por 197 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
04-09-2014 Caramba con Rodolfo ! Qué desgracia la suya.... :) MarceloE51
 
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