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Me dirigía al trabajo en el bus cuando me pareció que el chofer estaba desnudo. Por sobre el respaldo de su butaca podía ver sus hombros y su cuello cubiertos de pecas y algunos lunares. Instintivamente miré al resto de los pasajeros, ninguno parecía notar la desnudez del conductor y viajaban absortos en sus periódicos o i-pods. Esperé paciente a que subiera algún nuevo pasajero para observar su reacción, pero a medida que ascendían y pagaban su pasaje ni si inmutaban al pasar casi rozando su brazo desnudo.
¿Qué está sucediendo?, me pregunté. No puedo asociar esta visión a mi afinidad por la bebida. Hoy no he tomado más que el desayuno: un raquítico café con leche y una galleta pálida. Estoy fresco y bien despierto y, sin embargo, veo a un hombre sesentón manejando un enorme bus sin más atuendo que un par de anteojos de sol.
Afortunadamente, a través del espejo del vehículo veía reflejada la desnudez sólo hasta el pecho, pero se adivinaba un abdomen prominente que desbordaba con creces los límites del buen gusto. ¿Cómo pude pasar a su lado sin notarlo? ¿Tan distraído estaba que no me percaté de esa escultura de un impúdico Botero?
Una muchacha rubia se sentó a mi lado. Le hice espacio para que pudiera pasar. Me agradeció con una sonrisita leve y acomodó su cartera sobre la falda. En ningún momento hizo comentarios sobre el desabrigado conductor y dedicó su tiempo a mirar a través de la ventanilla sin mayores preocupaciones.
¿Estaré alucinando? ¿Puede ser que el único que vea un pantagruélico Adán al volante sea yo? Evidentemente nadie lo advertía. Tras largos minutos y poco antes de arribar a mi destino, llegué a la conclusión de que todo era producto de mi profusa imaginación; que el chofer era una falsa representación creada por la fantasía y originada en mi innata facilidad en componer ideas nuevas. Ya más sosegado, y con la tranquilidad de saber que el mundo seguía su normal cauce y que todo era producto de mi delirio, quise decírselo a la señorita sentada a mi lado, pero la sublime perfección de sus pezones me distrajo de tal modo que no pude hacer comentario alguno.

Texto agregado el 03-09-2014, y leído por 191 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
23-09-2018 Delirium tremens le dicen. Y seguramente ya tiene cirrosis. Urgente a un especialista. Buen remate, tal vez algo obvio. ggg
03-09-2014 Un magnífico relato.Me encantó.UN ABRAZO. GAFER
03-09-2014 jajaja la imaginación no tiene límites; sigue siendo más fácil ver "la paja en ojo ajeno que la viga en el propio". 5* -preciosa-
03-09-2014 Eres el único vestido. rentass
 
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