EL ÁRBOL DE LA VIDA Y DE LA MUERTE.
Era una vez, cuando en el mundo no existía el egoísmo, ni la maldad; la alegría andaba de las manos de los hombres. No había tristeza, hambre, enfermedades y los deseos no había que pedirlos.
Todo aparecía con sólo desearlo. Los sueños se lograban. Todo el mundo era feliz en la tierra.
Pero existía un problema, la gente moría joven y no disfrutaba a plenitud del bienestar que la vida le brindaba.
Un buen día, de la nada surgió un árbol de tallos y hojas rojiza que cada cierto tiempo le brotaba una flor y de ella germinaba un fruto prodigioso de color dorado. El que lograba obtener un fruto de aquella mata, vivía por largo tiempo, pasando el efecto bienhechor al morir, de generación en generación y de persona a persona a cada uno de los miembros de la familia. Todo el mundo codiciaba tener el fruto mágico que alargaba la vida.
La noticia se regó por todo lado y de toda parte del mundo llegaron personas para lograr obtener el maravilloso fruto. Las filas eran interminables esperando que el codiciado fruto se desarrollara, madurara y cayera de la rama. Cuando esto sucedía, todos los presentes corrían detrás de él, pero solo uno era el agraciado, pereciendo una gran multitud en el intento.
Hubo quienes, ante de que cayera, en su desesperación por obtener uno, trepaban en el árbol sin lograr su objetivo. Caían y, si lograban alcanzarlo, el fruto perdía su efecto.
Se planificaron artimañas, estratagemas, persuasión, mafia, espionajes, compras, muertes… pero todo era en vano, había que esperar su tiempo para lograr obtenerlo.
De esta manera, al codiciarlo todo el mundo, entró la desgracia y la maldad a la tierra, hasta un día que alguien al meditar, se dijo «Cuando el árbol no estaba, vivíamos felices, ahora que lo tenemos existe el caos, la maldad, tristezas, desesperación, muerte sin sentido» «Debo hacer algo para evitar que esto siga sucediendo» - Pensó.
En su afán para que la cosa volviera a ser como antes, un buen día logró obtener la fruta del maravilloso árbol de la vida. Cuando lo tuvo entre sus manos, en vez de usarla para su provecho, pidió que el efecto bienhechor de la fruta, hiciera desaparecer el árbol.
Después de ese día, el árbol no volvió a verse en el mundo y, la gente volvió a ser como antes, viviendo cada uno el tiempo concedido por el creador del universo.
JOSE NICANOR DE LA ROSA.
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