Aunque tenga prohibido acercarme a darte un beso,
aunque deba permanecer alejado de tu cuerpo como nunca antes,
con todo y que esté destinado a no poderte decir lo que siento... Aunque sea en un burdo mensaje de saludo.

Te sigo recordando, pensándote a cada rato que puedo, tras cada instante que te siento lejos, como ausente, lejos de tu propia sombra que se ha quedado conmigo... Y yo me aferro de su mano. Y tú sigues danzando frente a mi.

Por más que mis besos no puedan (o deban) pertenecerte ahora, lo hacen. Con todo y que has elegido por alguien más cambiar sus alegrías y las sonrisas llevan otro nombre, soy un idiota, no dejo de pensarte.

Aún después de todo el daño que me queda por hacerme, luego de las noches en que prefiero no bajar de mi cama a este mundo que sigue girando dolorosamente...

Sigues siendo tú y sigo siendo yo quién te piense acaso demasiado; tal vez como nunca más merezcas te recuerde alguien con mi locura y devoción devastadora, con esa enferma necesidad de volverte tangible, materializarte tras un suspiro... Cuando sigues pensando que no me importas, y nunca me importaste... quien en realidad no te importa, soy yo, o lo que resta de mi.

Necio testarudo y estúpido cabezón, sigo pensando en "nosotros", cuando desde hace mucho, incluso antes de que me diera cuenta... Eran y son "ustedes".