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Hacia algunas semanas que Jonathan había comprado un cuadro. Este le había llamado mucho la atención. El mismo retrataba una persona de espaldas, sentada en un sillón leyendo un libro cerca de un hogar. Estaba rodeada por libreros atiborrados de libros. No se podía distinguir la persona, pero sí los libros en el librero y los detalles de luz y sombras reflejados por el hogar. También se podía distinguir un gran ventanal que daba hacia la oscuridad de la noche. A Jonathan le había llamo la atención, la similitud que tenía la habitación retratada con su biblioteca.

Al llegar a casa con su nueva adquisición no perdió mucho tiempo y lo colgó cerca de la puerta que daba al pasillo. Acomodó su sillón y empezó a observarlo como si estuviera hipnotizado. Era un cuadro extraño y lúgubre. Se podría decir que no era una obra de arte pero a Jonathan le fascinó casi de inmediato. Lamentablemente no estaba firmado por ningún autor y el anticuario no supo decirle de quien era originalmente.

Al anochecer, como era costumbre, Jonathan se dispuso para disfrutar de la lectura en su habitación preferida. Tenía un hermoso sillón individual, acompañado por una mesita donde apoyaba el brandy y una copa de vidrio. Encendió el hogar, lleno una medida de brandi y se dispuso a leer el libro que lo tenía atrapado hace varias semanas.
La noche era perfecta. Casi todo estaba en silencio salvo por los grillos y alguno que otro croar de sapos. Era época de lluvias así que probablemente se podía esperar alguno que otro chaparrón.
Casi instintivamente y sin darse cuenta, Jonathan detuvo su lectura cuando noto que los sonidos exteriores habían cesado por completo sin ninguna explicación. Ya no se escuchaban los grillos y los sapos habían detenido su concierto. Como si algo o alguien los hubiera interrumpido. Un escalofrió le recorrió la nuca. Al darse vuelta para ver si la puerta estaba abierta, noto algo que lo perturbo. Era el cuadro. Había algo ahí que no había distinguido la primera vez que lo había visto. En el lienzo, en la parte donde estaba dibujado el ventanal, se podía ver una sombra. Probablemente no lo distinguió la primera vez pero ahora que estaba mirándolo directamente noto una figura humana proyectada en la oscuridad del ventanal. Una coincidencia poco feliz le recordó que su propio ventanal daba a patio trasero y por el cual no se podía ver absolutamente nada. Trató de ajustar sus ojos a la oscuridad pero no vio nada. Casi como convenciéndose a si mismo cerró la puerta y volvió a su lectura.

Los grillos y los sapos en el exterior de la casa seguían en silencio, pero eso ya no le perturbaba a Jonathan. Simplemente quería terminar su lectura en paz. Al rato, la historia que recorría con su mente se detuvo, interrumpida por el sonido de un gato que parecía haber sido pisado por un camión. El sonido venia de afuera del ventanal y fue como un susto que se desvaneció casi tan rápido como vino. Jonathan se levantó alarmado y con algo de miedo se acerco para tratar de distinguir algo.
A su espalda la puerta seguía cerrada, sin embargo el cuadro parecía llamarlo para mostrarle alguna novedad que no había distinguido antes. Con la cautela del miedo, Jonathan se acercó al cuadro para ver algo que no había notado la primera ver, ni tampoco la segunda. La sombra que había aparecido ya no estaba más, sin embargo podía distinguir un dibujo de un gato muerto. Al verlo retrocedió casi instintivamente, no solo del susto, sino para entender si realmente estaba viendo lo que pensaba que estaba viendo. Juraba por Dios que eso no estaba la primera vez, ni tampoco la segunda. Los pensamientos lo mareaban y al volver al cuadro el gato muerto seguía allí. Jonathan se rascaba la cabeza para entender lo que no tenia explicación. Se volvió hacia la ventana y justo en ese segundo un relámpago iluminó todo el exterior de la casa. El horror le heló la sangre al ver el cuerpo de un gato muerto sobre el césped del patio. Un sentimiento de miedo y desconcierto lo hizo reaccionar. Un feroz trueno rompió el silencio y Jonathan tomo una linterna de emergencia. Con el pulso tembloroso iluminó lo que finalmente terminó siendo la cruda realidad. Un asqueroso cuerpo aplastado de un gato se encontraba tirado en el pasto. Se podía observar los detalles de sus ojos saliendo de las órbitas. Todavía tenía sangre que le brotaba de la boca y la masa encefálica se resbalaba por el césped. Los detalles del gato destrozado hicieron que Jonathan se descompusiera. Contuvo una arcada y se desplomo en el sillón para tranquilizarse. A pesar de leer muchos libros de sangre y gente descuartizada, no podía soportar ver cosas muertas en la vida real. Ni siquiera su propia sangre.

Tenía que sacarse esa imagen de la cabeza. Cerro la cortina de la ventana, lleno dos medidas de brandy y se las trago como si fuera agua. El alcohol hizo que Jonathan se olvidarse de la desagradable coincidencia entre el cuadro y el gato muerto. Al rato volvió a la lectura.
Se olvido de todo lo del mundo exterior, a medida que su mente buceaba por la historia del libro. Jonathan se encontraba nadando en un mar de letras y estaba muy cómodo. Lamentablemente otro evento lo despertó del sueño literario. Como en un Deja-vu, noto que el cuadro lo estaba llamando. Tenía la sensación de que algo andaba mal. Un sentimiento que le patio el estomago y no lo dejo leer mas. Con cuidado se levantó del sillón y giro la cabeza para mirar el cuadro. Afuera la lluvia caía copiosamente, pero adentro el horror había tomado forma de acuarela. Los ojos de Jonathan se horrorizaron cuando vieron que en el cuadro, una figura humana se asomaba desde afuera por la ventana. Nervioso y con un ataque de pánico se volvió a poner los anteojos para ver de cerca, a medida que se acercaba con cautela al cuadro. La figura del cuadro era una criatura putrefacta, como un cadáver recién resucitado después de estar muerto cien años. Los detalles de la acuarela del horror eran espantosamente minuciosos. La criatura tenía los ojos saltones, era pelada, sin embargo se notaba que la piel se le caía a pedazos. Tenía una mano casi sin carne apoyada en el vidrio como queriendo entrar. El otro personaje que estaba sentado leyendo en el sillón, de espaldas a la ventana, parecía ignorar su presencia. La criatura parecía tener las intenciones de querer devorar al lector, como en una película de terror. De pronto, un sonido que aterro a Jonathan, se escuchó sobre la ventana. Fue un golpe en el vidrio que duro un segundo. Lo suficiente para helar la sangre y detener los músculos. Jonathan se quedo inmóvil por un tiempo que parecía una eternidad. Se escondió detrás de un librero y se encomendó a Dios, para que lo que sea que estuviera afuera no le hiciera daño. Se escuchó otro golpe al vidrio, pero esta vez mucho más fuerte. Este hizo que Jonathan dejara de respirar escuchándose solo los latidos de su horrorizado corazón. Sin saber que hacer tomo la enciclopedia más grande que tenía a mano y se la apoyo en el pecho, esperando defenderse en caso de ser atacado. Otro golpe más fuerte hizo que las puertas de la ventana se abrieran de par en par. Las cortinas se levantaron como capas en el viento dejando pasar la fuerte lluvia a la habitación. Jonathan tenía los ojos cerrados del horror, pero con lo poco que le quedaba de valentía, entreabrió las rejas de sus pestañas para ver si podía distinguir algo. La ventana estaba abierta de par en par, pero no había ningún zombie esperando afuera. Como si hubiera ocurrido un milagro se persignó. El viento seguía, la lluvia rugía pero no había ninguna criatura. Jonathan exhaló aire y se dispuso a cerrar la ventana asegurando los pestillos. Casi sin mirar hacia afuera volvió a cerrar las cortinas pensando para sí mismo que todo era una pesadilla y que pronto iba a despertar.

Otro relámpago lo iluminó todo y el trueno que siguió hizo que las luces de toda la casa se apagaran. Todo estaba oscuro, excepto por la luz del hogar que seguía crepitando. Jonathan estaba agitado y le costaba respirar, producto de la adrenalina, que golpeaba su cabeza buscando una razón lógica a todo eso. En un acto de curiosidad tomo la linterna e iluminó el cuadro para ver si la criatura del lienzo seguía allí. Otro relámpago lo ilumino todo y durante ese segundo la vida de Jonathan pasó ante sus ojos. No podía creer lo que estaba viendo. En el cuadro la criatura de la ventana ya no estaba, sin embargo no había desparecido del todo. La misma se encontraba sentada en el sillón. Se le podía distinguir el cráneo sobresaliendo por sobre el respaldo. Tenía una mano huesuda sosteniendo un libro y en la otra una enorme hacha llena de sangre. Pero lo que más horror causaba, era notar que en el suelo, justo a los pies del sillón, había un cadáver decapitado. La sangre bañaba todo el piso. Otro relámpago ilumino toda la habitación, y Jonathan, con lágrimas en los ojos, pudo notar que aquella cabeza en el lienzo tenía las mismas facciones que él. El trueno que prosiguió al relámpago hizo que su estomago se encogiera del miedo. Jonathan se acurrucó en las sombras de la pared, para tratar de ocultarse del horror. Cuando poso la vista sobre el sillón notó que ya no estaba vació. Alguien estaba sentado allí. La curiosidad pudo más que el miedo y Jonathan se acercó para ver quién era. Lo que encontró allí sentado no era humano, o por lo menos lo fue hace ya mucho tiempo. Era un cadáver putrefacto por donde se lo mirara. Estaba vestido con harapos y supuraba pus con gusanos del ojo izquierdo. El miedo se mezclo con el asco al notar que la criatura poso sus ojos en Jonathan. Esta tomo su enrome hacha y se abalanzó contra él. Jonathan cayó al suelo y de milagro no fue alcanzado por el filo del hacha. La misma se quedo atascada en el piso y la criatura, a pesar de ser el 90% carne podría y huesos, tenía la fuerza de un hombre corpulento. Inmediatamente la destrabo del suelo. Jonathan sabía que si esto seguía su curso iba a terminar como ese cadáver en la pintura. Trató de jugar a las escondidas con el zombie, ocultándose entre los libreros, pero la criatura olía el miedo. Esta tenía la parte inferior de la mandíbula quebrada y lo que le quedaba de la lengua la tenia colgaba como un trapo viejo. Cuando la criatura encontró a Jonathan, éste le tiro la enciclopedia que tenía encima. Con un alarido parecido a un cerdo agonizante, el zombie cayó al suelo. Del golpe su brazo izquierdo se desprendió y quedo a unos metros. Jonathan estaba horrorizado. La criatura se volvió a incorporar con dificultad. Lo que más daba repulsión, era ver como el brazo se arrastraba por el suelo como si tuviera vida propia. Ambos estaban buscando desesperadamente a su víctima. Jonathan sin querer se apoyo en la pared y tiro el cuadro al suelo. Instantáneamente la criatura se volvió a caer, dejando desprender su cabeza del resto del cuerpo. En un segundo de inspiración, Jonathan se dio cuenta que había una conexión entre el cuadro y la criatura. Sin perder tiempo la criatura se volvió a incorporar, esta vez sin su cabeza. El cuerpo y el brazo buscaban ciegamente a su víctima, mientras la cabeza le gruñía órdenes. Jonathan se encogió en un rincón cerca del hogar y tomo el cuadro con las dos manos. En un impulso lo tiro al fuego. Inmediatamente el torso, la cabeza y el brazo, empezaron a prenderse fuego retorciéndose del dolor. Jonathan respiro mas aliviado mientras veía que sus captores se consumían en llamas. Lamentablemente el torso, en su frenesí para sacarse el fuego, cayó sobre un librero. Este se prendió fuego junto con las cortinas. Finalmente un carnaval de fuego tomo toda la habitación como rehén. La puerta y la ventana estaba obstruidas por el fuego y Jonathan no podía escapar. Se tapo la boca con las hojas de un libro pero era imposible respirar. Las llamas lo consumieron de a poco. Empezaron por consumirle las piernas mientras Jonathan emitía alaridos de dolor. En pocos segundos se le metieron por la garganta, consumiéndolo por dentro. Al rato Jonathan había sido transformado en un pedazo de carne sobrecosido. A las horas toda la casa estaba en llamadas.

Cuando llegaron los bomberos no pudieron mucho. Apagaron lo que quedo del incendio. Este había dejado la casa en cenizas. No pudieron encontrar nada de cuerpo de Jonathan, ni siquiera su dentadura. Lo único que sobrevivió al incendio fue un cuadro. En él se podía distinguir una persona que estaba sentada en un sillón leyendo un libro, mientras la habitación era consumida por el fuego.

Fin.


Texto agregado el 31-08-2014, y leído por 176 visitantes. (0 votos)


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