Sentadas en la mesa de la cocina, pregunto a mi madre,
Mama -¿Como era yo de pequeña?
sin bacilar responde -TONTA! -
y eso por que lo dices-
porque no tenias genio, el genio lo has echado después
de tonta no tenias un pelo, pero estabas, no se.... como en otro paraíso, como ida, te distraías con una mosca.
(comenzó a hablar de mi hermano cuando niño)
La volví al tema, y continuo:
lo que te gustaba era leer
cuando hacíamos las matanzas te mandaba a arreglar la casa y tu decías:
-si mama- y subías inmediatamente
pero cuando después de horas yo subía, te encontraba leyendo y no habías hecho nada de lo que te había mandado.
Pero yo pensaba que leer no era malo, así que te dejaba distraída con los libros
cuando te regañaba te ponías a llorar como una tonta, sin gritar, en silencio,
!ahora si que gritas¡, no se como has espabilado tanto, porque de pequeña eras tonta
y tu padre siempre defendiendote,
-a la niña no se la toca - a la niña dejarla en paz-
Vivía en mi mundo de fantasías, bailar, cantar, leer, jugar a las mamas, hacer teatros y a los médicos, eran algunas de mis aficiones favoritas.
Pero siempre pensé que a pesar de mis fantasías, era una niña hacendosa y obediente y que ayudaba mucho en casa y trataba de agradar a mis papas que me querían tanto, este sentimiento relacionado con el amor, ha marcado todas mis relaciones, principalmente con los hombres, donde el ser buena era sinónimo de obtener amo.
Tenia mi grupo de amigas del vecindario, me juntaba con las dulces y "buenas", las traviesas no me gustaban, no eran creativas y solo pensaban en hacer daño.
Con los chicos me mantenía a distancia, eran brutos y participaban poco de las fantasías, y esto me chocaba, porque mi papa era dulce y fantasioso, no era como el resto de los padres, a el no le gustaba el fútbol, ni los bares, ni se emborrachaba.
Le encantaba los días de tormenta, los truenos y los relámpagos y en cuanto empezaba el espectáculo de la naturaleza, se acercaba a la playa para verlo de cerca.
Participaba con la chiquillería de sus juegos, y nos llevaba a todo el grupo de críos alegremente a la playa, convirtiendose por unos momentos en uno mas de ellos
-yo pensaba- "que papa tan bueno y guapo tengo"
Muchas mañanas me levantaba, me peinaba, me daba el desayuno y me acompañaba al cole, también la mayoría de las noches me acostaba y me arropaba.
Solo a la hora de comer, comenzaba el gran espectáculo, mas sonoro y luminoso que las misma tormenta, en realidad era la gran tormenta que se desataba en el hogar,
Mi madre comenzaba con el.... - niña come!!!!
yo me negaba a comer,
ella insistía y al rato empezaba con el... - si no comes, llamo a tu padre-
y yo me negaba a comer
con la servilleta tapando mi boca y sin la mas mínima intención de comerme el filete de carne -nooooo, no como!!-
y mi madre insistiendo - ven que esta niña se nos muere!!!-
al buen rato de gritos y disputas aparecía mi padre y nos mandaba poner firmes a todos, así sucedían los días a la hora del almuerzo con mucho ruido y pocas nueces.
Pero un día la cosa se calentó mas de la cuenta, mi madre un poco mas histérica de lo normal y yo mas testaruda y mi pequeño hermano un poco mas pesado que de costumbre, así que esta vez cuando entro mi padre, saturado y arto, me dio un bofetón, mi madre quiso mediar y cobro también y mi hermanito tambien recibio una dosis, como una coral, nos pusimos los tres a berrear y llorar, llorar y llorar a moco tendido y sin parar.
Todos en chok, incluido mi padre que solo le faltaba unirse al fustigado grupo-lloron.
Me dolió que fuese mi dulce padre el verdugo mas que la bofetada.
De mi madre estaba acostumbrada a sus gritos y salidas de tono con zapatilla o el palo de caña de la escoba, (alguna se rompió en mis espalda) lo normal era que las madres pusieran orden y al padre se le reclamase solo en momentos extremos.
Las madres educaban, a su manera y en el poco tiempo que les quedaba de las tediosas faenas casaras, y para colmo mi madre contribuía con mi padre en las tareas de la tienda, mujer pluriempleada e inteligente de su época que opinaba que yo no comía porque me había destetado demasiado tarde y mi estomago no terminaba de habituarse a la comida.
También me gustaba jugar, a la comba, al elástico, correr, a matar, aunque este tipo de juegos tan físicos no les gustaba a mis padres que los practicases.
Con la debilidad de mis piernas andaba mas tiempo estrellada entre el empedrado de las calles que en el juego,
Días después de que terminaron el nuevo bordillo del patio del cole de monjas. que era donde jugábamos en el recreo. En un desafortunado salto en el juego de la goma elástica cai dando con la barbilla en el nuevo bordillo de piedra afilada, como un cuchillo corto mi tierna piel y músculos hasta el punto que asomo el hueso por la profunda incisión, la sangre brotaba escandalosamente y llamaron a mis padres, que vinieron inmediatamente a ver que había sucedido, mi madre me monto una buena regañina:
-que si no me haces caso-
-que te lo dije que no jugaras al elástico-
-que si ahora te vas a enterar-
Y me entere, bien enterada, porque cuando me llevo al medico y este dijo que había que coser la herida, la cosió teniendo en cuenta la sugerencia de mi madre de hacerlo sin anestesia para que la próxima vez hiciera mas caso.
Mi madre ayudo en la tarea de suturar la herida con aguja e hilo, (según el medico este tipo de sutura era preferible a las grapas para que la cicatriz quedase mas disimulada), pero comparativamente mas dolorosa en su ejecución, !!y tanto que lo fue¡¡, el dolor era punzante como la aguja con la que me traspasaban mis tiernas carnes y sin rechistar, ni dejar salir una queja de dolor, aguante, pero sin poder contener las lagrimas que brotaban de mis pequeños ojos azules y que rodaban por las mejillas hasta llegar a la herida.
Volvimos a casa con la herida cerrada, con la tirantes, con el dolor punzante y con la rabia de haber pasado por un sufrido e inútil momento de dolor, físico y emocional, pero con una experiencia mas para conformar la fortaleza y la fuerza que ahora tanto sorprende a mi madre y que me definen como mujer.
Desde ese momento y en los próximos días cerré mi boca para no ingerir alimento alguno con la excusa de la herida y tuve el resarcimiento de hacer sufrir a mi madre donde mas le dolía....... el no comer.
|