Oxford, Inglaterra.
Universidad de Dambridge.
14 de Agosto de 2014.
Hora local: 3:00 p.m.
Centro de Alta Investigación Óptica.
Jueves.
¿Crees que algún día entenderemos plenamente cómo funciona la luz? – preguntó (el fantasma de) Nicola Tesla a su maestro; con confusa esperanza, optimismo y realismo. Steven Joking se quedó dubitativo, mirando varios aceleradores lineales, y luego dijo - pues lo que yo te puedo decir es que un agujero negro puede acabar con la luz eléctrica que nos ilumina en todo el planeta. Su campo gravitatorio puede engullirnos, como si se metiera a todos los seres vivos terrenales en una trituradora gigante. Eso es lo que puedo decir. Es el terror que la astrofísica nos produce con los nuevos descubrimientos -.
Nicola Tesla, se sintió deprimido. Tantos esfuerzos, tantos inventos, tantas trasnochadas, tantos sueños, tantas realidades, tanto luchar; (¿Para nada?); muchas veces más de tres días estuvo sin dormir. Los dos querían dirimir el contrato que los unía, el de la evolución, el del avance de la ciencia. No cuadraba, no era lo que ninguno de los dos pensaba; los unía un contrato histórico, sin firmas, ni letras, sólo un eslabón en la historia hecho de muchos subalternos. Ninguno de los dos sabía quién era el que estaba cometiendo un error. Cuando Tesla estaba muy cerca de morir, Joking era un bebé. Y ambos tenían la misma consigna; trabajar por el progreso de la especie.
Joking padecía de hemoptisis, debido a un cáncer de pulmón, por tanto fumar. Sacó su pañuelo, del bolsillo izquierdo trasero de su pantalón y tosió dos veces con fuerza y una tercera vez con menos intensidad, y luego lo guardó con tranquilidad. No tenía muy claro si su sueño era ser investigador, o si lo único que quería era escapar de la sorpresiva muerte, que él acepta. Igual ya había cumplido su sueño, y le quedaba un sinsabor, un vacío que nada podría llenar. Mientras meditaba, pensaba en que quizás le hubiera gustado ser escritor de literatura para hablar del horror que le producían sus descubrimientos, y no tener que defenderlos para mentirse diciéndose que no desperdició su vida.
Dejándose llevar por el psicologismo, comenzaron una corta charla.
Nicola Tesla: Te voy a contar algo muy privado. Cuando yo era joven, dejé mis estudios de Universidad. Todos mis compañeros universitarios pensaron que yo me había ahogado en el mar; nadie me volvió a recordar por muchos años. Yo quería existir, aportarle algo al mundo, ser bueno, y tuve la oportunidad de usar la electricidad para hacer unos cuantos inventos. Pero ahora estoy más desorientado que un agujero negro en una galaxia sin vida compleja.
Steven Joking: La oscuridad va a gobernarnos a todos; ninguno de tus descubrimientos permanecerá. Toda la vida terrenal puede ser destruida, gracias a los resultados de mis investigaciones. Pero te voy a decir algo que destruirá las esperanzas de la humanidad para siempre. Nunca vamos a ser capaces de entender cómo funciona la luz, eso jamás va a suceder, es imposible; no hay ningún método científico que nos permita concluir todas sus propiedades.
(Ni en La Tierra ni en el universo).
(Ambos se quedaron en silencio; eran demasiados los conceptos que tenían en sus cabezas y no sabían qué términos utilizar para continuar la conversación).
Tesla: A mí lo que me interesa es la forma en la que se transporta la energía, las variaciones que se pueden hacer y sus aplicaciones en telecomunicaciones y todo tipo de aparatos.
Joking: El avance de la electricidad me ha llevado a ver nuevas aplicaciones. Yo me baso en el espectro electromagnético y en la apreciación de los fotones. Pero no hemos sido capaces de comprender todo lo que la luz significa. Eso es un misterio que la humanidad nunca va a poder resolver. No se puede explorar el universo tranquilamente.
(La diferencia histórica los dejó en blanco por unos pocos segundos. No tenían muy claro si la evolución estaba llevando al mundo al progreso. No se entendían muy bien).
Joking no soportó haber desperdiciado su vida en el que es el último siglo de la humanidad, y Tesla no soportó haber realizado tantos esfuerzos para que un hoyo negro los absorbiera como si nunca hubieran existido.
Joking y Tesla entraron en un estado de desesperación. Ambos estaban en pie.
No tenían mucho más para decir. Casi que al mismo tiempo, ambos tomaron un recipiente de superácido carborano que tenían cerca de ellos (lo abrieron) y se rociaron entre sí. Las quemaduras fueron casi simétricas. En todo el rostro; en medio del pecho, en los hombros y en el cuello. Cayeron al suelo y la luz eléctrica que iluminaba el lugar fue desapareciendo hasta desaparecer por completo para la vista de ellos.
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