En la vieja noche lúgubre, por las sombras habitada,
Yo dormía libremente en mi cama amparada.
Desahuciado de tu alma, arrancado de tu amor,
En las sábanas flotaba aguardando tu calor.
De la puerta entreabierta, de la suma oscuridad,
La dulzura de tu cuerpo invadía mi caudal.
En la noche las estrellas avivaban tu recuerdo,
La ventana especulaba con la luz de tu reflejo.
Y la noche te atraía y te alejaba de mi cuarto,
En un río zigzagueante, de tu rostro espumado.
En la vieja noche lúgubre, por los lobos habitada,
Diez aullidos lacerantes en las nubes resonaban.
Y tu estela blanquecina en los humos estelares,
como flor se diseñaba con sus pétalos de ángel.
Yo dormido libremente en mi cama amparada,
Padecía tu recuerdo en la noche desolada.