Puede que se estremezca usted al saber que soy un revolucionario. Sinceramente me cuesta mucho mantener mi humildad sabiendo mis logros. ¿Quiere usted saber mi historia?
Un día estaba sentado haciendo las cuentas de los gastos en mi hogar, cuando no sé porque razón empecé a pensar en cómo vivía la gente en las épocas antiguas… se preocupaban por la comida y apenas unas cuantas prendas de vestir. ¡Hoy en día hay que pagar por todo! La comida, la ropa, los juguetes, los sillones, pintar las ventanas, etc.
Pensé:
“¿Por qué hoy en día no podemos vivir preocupándonos por los indispensable solamente?”
Así que ese histórico día decidí comenzar mi iniciativa, ese día comenzaría mi revolución: Utilizaría el dinero de las cosas de las que puedo prescindir para ayudar a los más necesitados. Claro que primero tuve que clasificar todo lo indispensable. Por lo que armé una lista con cosas indispensables.
Las ventanas necesitaban pintura pero no era indispensable, así que no gasté ese dinero.
La comida era necesaria, pero no iba a cambiar nada empezar a comprar una bebida más barata para almorzar.
Mis hijos podrían ir a una escuela pública, pero su educación es algo muy importante así que la escuela privada se seguiría pagando.
Tengo que ir bien vestido al trabajo así que gastar el dinero en buena ropa es necesario, también para el resto de mi familia.
Es necesario que los sillones se queden, ya que la familia necesita descansar para afrontar esta revolucionaria iniciativa. Pensándolo bien, cualquier comodidad para nosotros es importante para que todos podamos superar las dificultades de una vida distinta.
Nadie puede estar incomunicado así que el Internet, las computadoras, el televisor y los teléfonos son necesarios. Las comunicaciones instantáneas nos ayudaran a propagar nuestra propuesta renovadora.
Así me quedé solo con lo esencial para vivir. ¿Después de todo qué tiene de malo no tener las ventanas pintadas? ¿Qué tiene de malo no tener la bebida más cara para almorzar?
El dinero que ahorre lo entregué personalmente en un comedor infantil para chicos pobres y de paso me quedé con ellos un rato a hablarles de mi revolucionario plan. De más está aclarar las sonrisas llenas de ilusión en sus rostros pensando que otra persona como yo dejaría de pintar sus ventanas por ellos.
Puede que mi gran humildad no me deje decir lo importante que soy ahora, pues he escrito una página de la historia. No temo ser criticado, muchos revolucionarios y patriotas fueron criticados por gente que nunca se atrevió a hacer lo que ellos hicieron, solo me pregunto: ¿serán mas los que me critiquen o los que me sigan? |