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Continuación de La Esfera Parte I
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A diferencia del otro lado de la pared, la temperatura del ambiente en que se encontraba la esfera era agradable. Caminaron alrededor de ella y Peter dijo que tendrían que tocarla para apreciar de qué estaba hecha. Camille se opuso argumentando que podía estar cargada con energía de alto voltaje. Buscaron algún objeto que pudieran lanzar contra el artefacto pero el lugar estaba impoluto. Peter escupió contra ella y nada sucedió. Luego, recordando a los pájaros que se posan en los cables de alta tensión, decidió que la tocaría al momento de dar un salto de tal manera que si estaba cargada con energía, su cuerpo no haría tierra y por lo tanto no se electrocutaría.

Camille continuaba oponiéndose por lo que sin previo aviso, Peter dio un salto y extendiendo su brazo tocó la esfera que inmediatamente tomó un color azulino y luego, sin el menor ruido, se abrió una compuerta frente a ellos. Se aproximaron lentamente para atisbar en el interior. El material dentro de ella era del mismo tipo del de sus paredes exteriores y no se observaba instrumento o mecanismo alguno con la excepción de un par de asientos con la forma de butacas.

- Si hay butacas, esta cosa es para trasladarse de un lugar a otro— dijo Peter.

- O de un tiempo a otro —respondió Camille.

- Ya que hemos llegado hasta aquí, propongo que nos sentemos en esas butacas. Y roguemos a Dios que lo que nos vaya a pasar sea rápido y sin dolor—dijo Peter, en tono sarcástico.

Camille miró a Peter dubitativa. Luego dio un suspiro y dijo:

- No sabemos que podemos perder, pero sí sabemos que tenemos mucho que ganar. ¡Vamos de una vez!

Apenas se acomodaron en los asientos, la compuerta se cerró en completo silencio y no habían pasado ni siquiera diez segundos cuando nuevamente se abrió. Salieron del esfera y lo primero que notaron era que las ropas y mochilas que habían traído ya no estaban donde las habían dejado y en cambio, en el mismo lugar, había un objeto oscuro que se movía lentamente. Avanzaron hacia dónde debería estar la pared invisible y de pronto Camille se detuvo, y apuntando con el dedo índice al objeto, exclamó:

- ¡Es un trilobite! ¡Reconocería a uno a una milla de distancia!

- ¡Imposible! —respondió Peter— ¡Esos bichos desaparecieron hace 500 millones de años! ¡Y realmente se mueve! ¡Acerquémonos a examinarlo!

- ¡Espera! —dijo Camille mientras agarraba el brazo de Peter— Si esa cosa está viva, la atmósfera al otro lado de la pared debe ser venenosa para nuestros organismos ya que contiene 20 veces más dióxido de carbono que la nuestra.

- ¡Eso es fácil de remediar! Me acercaré al bicho aguantando la respiración. Me tomará menos de 20 segundos ir y volver.

Sin esperar la opinión de Camille, Peter aspiró y botó aire un par de veces y luego corrió hacia el extraño animal. Al llegar cerca de él se puso en cuclillas para inspeccionarlo con detención y notó que unos metros más allá, el piso del corredor estaba húmedo. Súbitamente se puso de pie y corrió de vuelta hacia la esfera. Al llegar donde Camille dijo:

- ¡Esa cosa está viva y efectivamente es un trilobite! ¡Y además, al inhalar un poco de aire el olor que se siente indica que la atmósfera al otro lado de la pared contiene mucho más CO2 que la de acá! —Luego esperó unos segundos antes de continuar hablando:

- Camille: ¡el piso del corredor estaba húmedo y puedo jurar que sentí el ruido de las olas reventando contra las rocas!

La cara de Camille expresó todo el terror que sentía cuando dijo:

- ¡Gondwana! ¡Dios mío, estamos en Gondwana! ¡Hemos retrocedido 500 millones de años! —y a continuación se abrazó a Peter y se puso a sollozar.

- Calma, calma, amor mío. —dijo Peter mientras trataba de apaciguar a su esposa—. Entremos de nuevo a la esfera y te aseguro que regresaremos a nuestro tiempo. Pero antes iré a recoger a ese bicho para traerlo con nosotros.

- Siempre que puedas atravesar la pared con él —dijo Camille, ya más tranquila.

Peter empujó al animal con el pie dirigiéndolo hacia la esfera pero su caparazón rebotó contra la pared, sin embargo, Camille aprovechó para examinarlo más de cerca y llegó a la conclusión que evidentemente era un artrópodo de la clase de los trilobites.

Y podía asegurar con plena certeza que esos animales habían desaparecido hacía 500 millones de años.

Una vez dentro de la esfera, la pareja se tomó de la mano antes de acomodarse en las butacas. Nuevamente pasaron menos de diez segundos desde el momento en que la compuerta se cerró y se abrió. Lo primero que buscaron al salir del artefacto fueron sus ropas y mochilas pero tampoco estaban allí. Peter atravesó la pared y notó que la atmósfera ya era normal así que indicó a Camille que lo siguiera. Caminaron por el corredor hacia la salida y al llegar al punto donde estaba el declive, de un salto Peter lo trepó y luego ayudó a Camille a subirlo. Al salir de la grieta, si bien los arbustos que la cubrían eran del tipo que Peter ya conocía, notó inmediatamente que el paisaje era distinto. La sabana que se extendía al pie de la montaña, donde él podía incluso reconocer a algunos árboles, no era la misma. A lo lejos divisó al Kilimanjaro y notó que de su cono salían grandes fumarolas.

De pronto la tierra comenzó a temblar y de la punta del Kilimanjaro surgió una enorme columna de ceniza acompañada de nubes de color gris. Por la ladera en que estaban empezaron a rodar cuesta abajo enormes pedazos de roca. La pareja trató de regresar hacia la caverna pero los peñascos que caían se lo impidieron, sin embargo, lograron encontrar refugio bajo una saliente de la montaña. Se escuchó un ruido sordo y profundo que provenía del Kilimanjaro y el cielo se oscureció. Los temblores de tierra se sucedían uno tras otro, pero cada vez más espaciados. Ya casi anochecía cuando la tierra se calmó. Camille temblaba de frío, pero la temperatura era soportable así que Peter la abrazó y decidieron esperar la mañana para salir a explorar.

Peter apenas pudo conciliar el sueño mientras que Camille, si bien durmió, su respiración entrecortada delató la inquietud de su ánimo. A la primera luz del alba, Peter despertó a Camille y dijo:

- Tengo una idea de en qué tiempo estamos.

Camille, viendo la turbación reflejada en la cara de su marido, suspiró profundamente y dijo:

- Sé que estamos en el pasado, pero por el paisaje creo que no debe ser muy distante a nuestro tiempo.

- Estamos en la Tanzania de hace 180.000 años.

- ¡Qué! ¿Cómo lo sabes?

- Por la erupción del Kilimanjaro. La última vez que explotó en esa magnitud fue hace 180.000 años.

Los ojos de Camille se llenaron de lágrimas. Se quedó en silencio y luego, mientras se ponía de pie, dijo:

- Regresemos a la esfera para viajar de nuevo en el tiempo las veces que sean necesarias y no nos alejaremos de ella hasta que lleguemos a nuestra época.

Debido a los deslizamientos de tierra producidos por los temblores, el suelo camino a la caverna estaba cubierto de pedruscos afilados y sus pies pronto estaban con pequeñas heridas que les impedían avanzar más rápido. Ya cerca de la hendidura, un escalofrío recorrió sus espaldas cuando vieron que el lugar donde debía estar la entrada de la caverna estaba cubierto por enormes peñascos y que no había forma de ingresar de nuevo en ella. Camille perdió el control de sí misma y se puso a gritar con desesperación mientras que Peter sólo atinó a sentarse y a mirar fijamente a las rocas que obstruían la grieta.

Luego de un par de minutos, los gritos y sollozos de Camille se fueron apagando y en silencio se acomodó al lado de Peter. Ambos necesitaban pensar sobre la situación en que se encontraban, así que volvieron a la saliente donde habían pasado la noche. Una vez allí, sentados uno frente al otro, analizaron su nueva realidad.

- Necesitamos agua y comida. —fue lo primero que dijo Peter. Luego continuó hablando:

- Agua tenemos en la vertiente que estaba cerca del campamento base y estoy seguro que esa fuente de agua sigue allí. Para conseguir comida tendremos que cazar y para cazar debemos construir herramientas. Tenemos que llegar a ese lugar y cuando estemos allá veremos qué más podemos hacer.

- Mis pies están heridos y apenas puedo caminar—fue la hosca respuesta de Camille. Era notorio su estado depresivo y su falta de ánimo.

- Con la corteza de los arbustos fabricaré algo que proteja nuestros pies. Tu pelo nos servirá para hacer trencillas con las que ataremos las cortezas a la planta de nuestros pies. —explicó Peter y luego agregó:

- Camille, lo único que importa ahora es conseguir refugio, agua y comida. Una vez que tengamos eso podremos pensar con mayor tranquilidad y planificar nuestro futuro. Necesito que estemos juntos en esto. Si tú continúas así, sin deseos de luchar por nuestra sobrevivencia, moriremos de hambre y sed en unos pocos días.

- Tienes razón —respondió Camille con la voz entrecortada— pero prométeme que volveremos a casa. ¡Prométeme que encontrarás la forma de volver a entrar a esa maldita caverna!

- Te lo prometo vida mía. Te lo prometo. Ahora pongámonos a trabajar. El lugar donde instalábamos el campamento base, debería estar a hora y media de acá yendo a buen paso. Nuestro problema será el sol, ya que no estamos acostumbrados a caminar con la piel desprotegida.

Luego de un par de horas la pareja ya había fabricado los protectores para la planta de sus pies y se dirigieron hacia la vertiente. El cielo estaba nublado y el aire tenía un suave olor a sulfuro. Toda la estepa estaba cubierta con una delgada capa de ceniza y los arboles parecían tener nieve sobre sus ramas.

De pronto Peter se detuvo y con voz excitada a la vez que apuntaba con su dedo índice, señaló a un venado que estaba aprisionado entre unas rocas. Se acercaron y por la sangre fresca y la ausencia de insectos, Peter dedujo que el animal acababa de morir. Buscaron entre las piedras del suelo hasta que encontraron unas que les servirían para desollar al animal. Estuvieron el resto de la mañana y buena parte de la tarde en esa tarea. Con el cuero hicieron una bolsa donde guardaron todo lo que les pudiera servir de los restos del venado. De la piel y las tripas, una vez que estuvieran curtidas, podrían fabricar calzados, del cuero podrían también hacer vestimentas para protegerse del frío y del sol, con los cuernos podrían fabricar instrumentos punzantes, con el fémur y una piedra podían construir una maza que les sirviera para defenderse. Sus miradas se cruzaron y Camille le sonrió.

- ¿Sabes hacer fuego? — ella preguntó.

- En teoría sí, pero nunca he tratado —respondió Peter, contento de que por fin Camille se mostrara de mejor ánimo.

- Bueno, creo que mis tiempos de girl-scout finalmente me serán útiles. Necesitamos encontrar madera y paja seca y busquemos piedra pedernal. Hay estructuras calizas en esta parte de la montaña, así que estoy segura que encontraremos algo.

- También podremos hacer herramientas cortantes con la piedra pedernal— añadió Peter.

Pronto encontraron piedras de sílice y Camille, al golpear una contra otra, sonrió al ver que brotaban chispas. Luego encontró un par de rocas pequeñas y filudas con las que se podía fabricar una especie de cuchillo. Llegaron al lugar donde debía estar la vertiente y cuando encontraron una zona donde había mucha humedad, Peter buscó en la parte más rocosa hasta que descubrió un pequeño hilo de agua cristalina que brotaba de un rincón oscuro y pleno de musgo. Bebió con ansias y al confirmar que era agua potable, le dio paso a Camille. Se pusieron a amontonar leña y paja seca y seguidamente hicieron fuego con el pedernal. Asaron la carne y comieron hasta quedar saciados. Luego se recostaron abrazados cerca de la hoguera y sin decir siquiera una palabra dieron rienda suelta a la pasión mientras que los temores y angustias quedaban en el pasado.

Al menos por un momento.

(Continuará…)

Texto agregado el 20-08-2014, y leído por 122 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
22-08-2014 La historia puede continuar de muchas maneras. Espero que se te ocurra un buen remate. Hasta ahora viene bien. ***** Nyarlathotep
21-08-2014 Un aplauso..la idea está muy buena...y existen muchas posibles continuaciones...cuando lo vea te pondré las estrellas que merezcas...jaja york
 
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