La luna llena arremete, con sus filamentos,
Las caras arrepentidas de la Patria Grande…
Sus lágrimas, destellos que traspasan, mortales, las sombras,
Inundan los montes iracundos del Anahuac…
Piden queso.
Piden pan.
El resto ya lo sabrás,
Simón de las causas perdidas,
Bolivar de la unidad.
¿Por qué la pena se mece entre tus senderos?
¿Por qué los valles de ayer no te acogen con el viento de hoy?
Acaso tu voz quedó prisionera del olvido,
La violación humana de tu derecho libertador…
Hoy, que ya no estás entre nosotros, Simón,
¿Vives tras la ventana del tiempo, inmóvil,
Aguardando,
Esperando noticias con lluvia de sangre?
¿O debemos aguardar a que cante la aurora
Y que sus palabras nos hieran el alma
Y maten las ilusiones, el amor y la soledad?
¿¡O solo debemos esperar los acordes del primer disparo de libertad!?
Dime,
¿Ha llegado, con el día, nuestra hora, nuestro canto hacia tu bondad?
Dime y ajustaré la pluma y la tinta de mis cuartillas
Y las pondré a tus pies,
¡A tus órdenes, mi Capitán!
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