Le contaba sobre sus desequilibrios a niveles indignos o heroicos. Febrero por el caluroso sambodromo, con plumas en la rabadilla, vibrantes y cadenciosas, a ritmo de la más inaudible de Thom Yorke o la más estridente de Javier Lazo, todo en su pensamiento alcoholizado, y luego... ¿Que?
A deshidratarse escurriendo lagrimas mientras la Mamba Negra le sacaba el ultimo ojo a la rubia enfermera tuerta, esto ultimo pasaba dentro de un rectángulo luminoso que hace algunos años había dejado de ser una caja, pero que seguía siendo tan boba, o mas boba en realidad. Él interrumpiendo la trama para subir el tacho de desperdicios, acercarlo a su boca e intentar llenarlo con esos líquidos ingeridos que su cuerpo rechazaba, intentos estériles que solo enrojecían e inundaban sus ojos.
Ya con el alba, que se mostraba por la rendija no cubierta por aquellas sucias cortinas marrones mal cerradas, sus parpados le cubrieron los ojos y los créditos de esa película no se mostraban aún. Era el fin de otro día de esas tan anheladas vacaciones, de esas vacaciones de desenfreno, de esas, de esas que él esperaba, la harían olvidar a su amada.