Espíritus de lobos
salían despacio entre la oscuridad,
tranquilos como si hubiese pasado
una tormenta y solo salieran a verificar
que se haya ido, lejos… muy lejos…

Como ese sonido que emite el piano
rebotando entre las paredes, entre la oscuridad
de una noche febril , alcoholizada
donde ciertos alebrijes cobran vida
entre colores que estallan en medio de una soledad
que no se perturba, que obstruye cierta libertad…

Donde la música en silencio rompe las ondas
de ecos que permanecían escondidos entre una oscuridad
metálica que atrae sueños imantando su magia
que por momentos destella solo notas cristalinas
como agua, que se derraman en mi alma triste de papel.

Mojando mis recuerdos, tratando de olvidar
esas noches tímidas, precavidas llenitas de una oscuridad
compleja, que solo llevaban entre mis manos esa
condición como perpetua de enganchar las tonadas
que arma el viento, con sensaciones puras de un eco
que revienta en el final de mis recuerdos…

Aliviando la oscuridad…