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Cap.9
-Ve hacia la luz-



En el exterior apenas alboreaban las primeras luces, pero Kail seguía despierto.
Hasta bien entrada la noche estuvo hablando con Shinda y Zoe de banalidades; Recordaron los tiempos de antes de la guerra, a las familias perdidas, a las noches de verano en el mar, a los bosques, a los cines…
Ahora todo aquello había desaparecido.

Sin embargo, durante toda aquella palabrería Kail tuvo la percepción de que ambas esquivaban mantener una conversación que llevara de algún modo a explicar los verdaderos motivos o intereses de cada una de ellas. Sabía que las dos mantenían algún tipo de secreto, alguna motivación oculta que por el momento se le escapaba. Pero él era un hombre paciente y metódico, aunque también perseverante y vehemente. Ya llegaría el momento de poner las cartas sobre la mesa y entonces, de su propia mano, ejecutaría las acciones que fueran más convenientes para la supervivencia, como hasta ahora había hecho.
No había llegado hasta allí con vida precisamente por ser un mojigato o un inconsciente.

Durante sus años de servicio militar aprendió a madurar las situaciones, a no precipitarse y a actuar con la contundencia que fuera necesaria según las circunstancias. Así se condujo en Irak, en Somalia, en la antigua Yugoslavia… y en cada uno de los conflictos aprendió algo útil para sobrevivir y salir airoso.
También, influenciado del hecho de no haber tenido nunca mujer e hijos, propició que todos sus esfuerzos siempre se decantaran al único objetivo de su propia supervivencia, empleando el método que fuera necesario para este fin, aunque no siempre los métodos aprendidos fueran los más ortodoxos pero evidentemente si los más prácticos. Tenía algunas cosas de las que arrepentirse, otras muchas de las que vanagloriarse y algunas inconfesables, pero ciertamente ninguna de sus actuaciones fue desproporcionada a la situación con la que se enfrentara.
A fin de cuentas, como le dijo a Shinda en su momento, él ya no era un soldado (al uso). Quizás, la diferencia en el matiz estribaba en el abismo que separaba a los soldados convencionales de los mercenarios de elite, como lo era él.
Pero esta información era algo que no incumbía a una niña desconocida y perdida entre cadáveres andantes y alienígenas.

En el oscuro sótano no había movimiento y ahora se disfrutaba de un periodo de sosiego. Shinda y Zoe dormían profundamente cerca de la pequeña hoguera.
Sin embargo Shoel estaba despierto. Inmovilizado, incomunicado, pero despierto.
Kail podía ver el resplandor del fuego reflejándose en sus grandes y oblicuos ojos que parecían llamear desde la oscuridad. Dudó de que ese reflejo fulgurante, que aparentaba fluir desde el mismo infierno, fuera únicamente debido al efecto de la refracción y que quizás fuera una manifestación física del más intenso odio.

Por otra parte, seguía asombrado por la fragilidad mostrada por el Debrariano cuando lucharon en la nave. Le parecía realmente absurdo que un ser tan enorme y aparentemente fuerte fuera tan desproporcionado, tan débil en defender su propia supervivencia. Involuntariamente repasó sus movimientos mentalmente durante los pocos segundos que duró la pelea: Como cuando aquella bestia azul se abalanzó sobre su espalda y el utilizó su machete proporcionándole una fea herida en el cuello…y como inmediatamente después de golpear de un modo muy intencionado a Shinda retrocedió algunos pasos, como si el fin ultimo del enfrentamiento fuera únicamente alcanzar a la niña… Luego utilizar el aparatito eléctrico con el alienígena para dejarlo inconsciente fue coser y cantar. Tan fácil, que pareciera que por algún motivo se dejara hacer, sin resistirse a la descarga…

Todos estos sucesos, más los misterios de las chicas, se convertían una madeja de dudas que le enredaban los pensamientos y le incomodaban, pero presentía que pronto todas aquellas incertidumbres iban a mostrarse con su verdadero significado.

Se levantó del suelo haciendo el mínimo ruido y se pertrecho con sus armas.
Anduvo unos pasos y se acercó al Debrariano, que no le perdía de vista.
- ¡Shssss! – gesticuló con su dedo en los labios dirigiéndose al Debrariano - …No hables mucho, que las niñas están durmiendo…
El Debrariano parpadeó con rapidez y giro un poco la cabeza hacia el costado, todo lo que le permitió la mordaza. Kail dudó mucho de que aquel extraterrestre comprendiera la simple gracia de una ironía y recordó aquella frase que apuntaba: “El buen humor es sintomático de inteligencia”. Pensó que tal vez fueran tan listos como para hacer naves interestelares y navegar el universo, pero de seguro que no comprenderían un buen chiste de Jaimito.

Se dirigió silenciosamente hacia la salida del sótano con la intención de indagar lo que estaba sucediendo en el exterior. El hecho de que aquella descomunal nave Debrariana que vieron en la huida estuviera planeando tan cercana a la ciudad era una situación particularmente insólita. En todos aquellos años, incluso en el periodo de paz, nunca antes en la Tierra habían sido testigos de semejante nave y él estaba firmemente decidido a averiguar el motivo de su presencia.

Como el sótano se encontraba bajo un edificio prácticamente derruido, los tableros y maderas con los que la salida estaba camuflada no llamaba la atención desde el exterior. Apartó los obstáculos y una vez fuera volvió a colocarlos hasta que se aseguró de no dejar resquicios. Era importante proteger el refugio.

La calle mantenía un aspecto caótico aunque, por otra parte, era el habitual desde el comienzo de la guerra. Edificios destruidos, vehículos de todo tipo calcinados y grandes cráteres en el suelo, era el paisaje habitual en cualquier lugar de la Tierra durante el conflicto. Aunque los Debrarianos no poseían específicamente armas para la guerra, si disfrutaban de una tecnología infinitamente superior a la humana en otros muchos aspectos y demostraron ser muy astutos cuando usaron aquellos rayos azules que utilizaban principalmente para extraer los recursos de las montañas de mineral de la luna, como el Helio 3, con fines bélicos. Después de que los ejércitos terrestres les mostraran su capacidad nuclear en el satélite, ellos respondieron contraatacando con aquellas estelas que eran capaces de elevar y destruir en pedazos montañas enteras. El resultado de su uso contra edificios civiles y contra el armamento militar terrestre se hizo evidente desde los primeros meses, ya que uno solo de aquellos rayos era perfectamente capaz de acabar de un golpe con una manzana entera. Al principio era espectacular ver volar en pedazos a batallones completos de tanques, luego fue lastimoso; Por último, terrorífico.
De todos modos, los ataques Debrarianos en masa cesaron en cuanto ningún ejercito terrestre tuvo la capacidad organizativa ni material de ofrecer resistencia y siempre quedó la duda de por qué aquellos seres no continuaron con el exterminio de la raza humana una vez indefensa. Algunos argumentaron que la esencia de aquellos extraterrestres era pacifista y que en el fondo no eran criaturas belicosas, que se habían forzado a responder con sus medios ante las agresiones de los gobiernos mundiales. Otros, entre ellos Kail, albergaban dudas ante ese parecer y opinaban firmemente que lo que les llevaba a actuar con esa misericordia eran otros oscuros fines aún por desvelar.
En todo caso de lo que Kail no tenia dudas es que pronto, ante la ineptitud defensiva de los humanos, mostrarían sus intenciones verdaderas.

Miró al cielo y contempló la majestuosa nave que seguía en su posición estática, tal y como la vieron la noche anterior. Su tamaño era tan inmenso que la sombra que proyectaba, por la aún tímida luz del amanecer, oscurecía de sombras varias cuadras al mismo tiempo.
Anduvo por las solitarias calles moviéndose ágilmente entre los escombros hasta que a los pocos minutos se halló bajo el palio que la nave presentaba sobre su cabeza. Algo extraño, distinto a la noche anterior, llamó su atención: Desde el centro de la nave, aún desde la lejanía, se podía divisar como emitía un potente y continúo haz de luz azul-verdoso que parecía proyectarse hasta el suelo.
No era uno de aquellos rayos azules “mueve-montañas”. Esto era algo distinto.
Desde su posición actual Kail no podía descifrar que significaba esto, porque no conseguía ver a donde enfocaba aquella luz, por lo que decidió seguir avanzando para tener una mejor posición.

No había hecho más que salir de su escondrijo de escombros cuando diviso a unos pocos metros de su colocación a un grupo de llorones, unos diez o doce, caminando con rumbo fijo por el centro de la machacada calle. Instintivamente se ocultó de nuevo y se mantuvo inmóvil, aunque se supo descubierto. ¡Era imposible que aquellos llorones no lo hubieran visto al salir en una maniobra tan descubierta e imprudente, distraído por aquella extraña luz! Amartilló su arma y se dispuso al combate; En pocos segundos le alcanzarían y él los estaría esperando.
Sin embargo, pasados un par de minutos, no llegó ninguno de ellos hasta su altura.
Desconcertado asomo la cabeza por entre los restos y echo un rápido vistazo.
¡Habían pasado de largo!

Los vio de espaldas, a unos 30 metros, arrastrando los pies y moviéndose en grupo con torpeza. Curiosamente ni se atacaban entre ellos ni mostraban ningún signo agresivo. Ni siquiera se lamentaban de continuo, como era habitual entre ellos.
Caminaban desmañadamente y en completo silencio.

Con la curiosidad desatada por ese comportamiento extraño decidió seguirlos a una distancia prudencial.
Caminó semi-escondido tras ellos durante varios minutos y en el transcurso varias docenas más fueron uniéndose a los primeros, como si fueran animales gregarios componiendo una manada. Seguían sin mostrar ningún síntoma agresivo, por lo que Kail mantenía cierta tranquilidad con respecto a su seguridad.
De pronto, un grupo de llorones le flanqueó sorpresivamente a la salida de una calle y siguiendo su instinto Kail permaneció completamente inmóvil.
¡Los llorones pasaron por su lado como si no existiera!
Esta circunstancia, lejos de tranquilizarle, le empujó a entender que algo extraordinario, nunca visto hasta ahora, estaba sucediendo a su alrededor y que posiblemente tuviera que ver con aquella extraña luz emitida por la nodriza.

Ignorando cualquier otra medida de seguridad personal basándose en la impasibilidad de los llorones, avanzó la calle hasta la plaza moviéndose con precipitación entre el numerosísimo grupo que ya conformaban, hasta el punto de empujar y tirar al suelo sin más contemplaciones a aquel que le estorbara en su carrera.
Así llegó hasta el inicio de lo que en su día fue una plaza principal y blanco originario de aquel foco intenso que se proyectaba circularmente y por varios metros en el suelo.

Kail se detuvo anonadado.

Reunidas alrededor de aquella intensa luz se arremolinaban más de un millar de aquellas criaturas desalmadas que seguían llegando sin tregua a cientos por las calles adyacentes. Todos los llorones buscaban, como insectos atraídos por un matamoscas eléctrico, el centro de aquella potente luz…

Y como los mismos insectos, al acercarse a ella, desaparecían instantáneamente vaporizados.



Texto agregado el 19-08-2014, y leído por 217 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
05-09-2014 Ahhh !!! Ahora que ya no les son de utilidad... los "eliminan" sin más. Este giro de la historia es intrigante amigo, como sea "abres" nuevos senderos. Cinco aullidos vigilantes yar
20-08-2014 1. Hay un principio Gnóstico que dice: luz del amanecer, luz del anochecer, lo importante es que sea luz, por lo tanto, presumo que esa luz que ahora es un agente pasivo (?) de la historia, llegará a convertirse en un agente protagónico en la trama; conduciendo, de esa manera, el proceso integrador que nos llevará al desenlace final de la obra. SOFIAMA
20-08-2014 2. Esa luz pareciera un personaje bienvenido para que el miedo reinante, hasta ahora, sucumba. Asumo que de aquí en adelante, toda esta situación de incertidumbre, que aún prevalece en la trama, irá transformándose a través de algunas acciones nuevas que darán origen a que los estados emocionales que viven los personajes y el planeta se equilibren. Así que te sigo, amigo Vigía. Un re abrazo. SOFIAMA
 
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