Ahora que la vista está empañada
Y estos ojos curtidos por el sol
Me tumbo, cruel mañana congelada
Suave viento de amaneceres perturbados

El tiempo como un parásito devorador
se regocija en las tinieblas del corazón
viviendo de mi vida cada día
obsequiando nuevamente su enseñanza,
después de todo, no hay opción

la sangre me habla por sí sola
los labios me cantan el horror
la ciudad agoniza lentamente
con sus gritos de sirenas,
de podredumbre, de dolor

soy joven, era joven ya soy viejo
son los años y el tiempo nuevamente
no hay final alternativo que demuestre
un pronóstico o final mejor

todo a consumado ya su brillo
porque se opaca sin previo aviso el corazón
no es el mundo ni su respiro relativo
son las manos, estas manos,
y derrota prematura

y ya es la hora del ocaso impaciente
el fugaz e inevitable apagón
la muerte con su ritual incandescente
es la despedida que marcaba el reloj
es el hombre y esta burda existencia
el esfuerzo de un tránsito mejor
adiós último aliento de mi boca
adiós ojos curtidos por el sol
hasta nunca fiel tiempo que devora
cruel parásito devorador.