Del foro Desafío creativo, sólo para valientes IV
Variables:
Personaje: Hermanos gemelos
Escenario: Laberinto
Género: Humorístico
Dentro del laberinto
-“Por increíbles caminos e innumerables fatigas, me he abierto paso…”
-¿Pero qué dices?
-Joer, “Dentro del Laberinto”, tío, ¡nos viene al pelo!
-¿Ay, si?
-Sí, claro.
-¿Acaso eres una quinceañera? ¿O soy yo un friki con mallas y el pelo cardado?
-No, bueno, pero estamos en un laberinto… Por eso…
-Anda, cállate y concéntrate, que me tienes harto ya.
Remi agachó la cabeza, resignado. Tenía el pelo negro, los ojos grandes y despiertos y la boca chiquita. Era de complexión pequeña, pero fibrosa. Era tanto o más inteligente que su hermano, pero se sometía a él. Gus, por el contrario, era de complexión fibrosa y menuda, con los ojos grandes y despiertos, la boca chiquita y el pelo negro. Era muy inteligente, y era quien imponía las normas entre los dos, que para algo era el mayor. Un minuto es un minuto, y es suficiente criterio para considerarse superior entre gemelos idénticos.
Gus intentó hacer memoria, no sabía ni cuánto tiempo llevaban dentro de aquel estúpido laberinto. Para colmo, estaba resfriado, moqueaba levemente y se le embotaba la cabeza, impidiéndole pensar con claridad. “¡Tienes mocos en el cerebro!”, se mofaba su hermano. “¡Yo ya me he curado y tú no!”. Siempre habían dicho que ambos eran muy inteligentes. Ante comentarios como aquel, tenía sus dudas.
Hizo un gesto a Remi, que se entretenía escarbando en su ombligo, y avanzaron por el corredor. “Será divertido, ¡ya lo verás!”, había asegurado. “Los chicos dijeron que es fácil, y que hay un premio para quien consiga el mejor tiempo al completarlo”, había dicho. “Esto es un paseo para nosotros, un par de superdotados”, afirmó. Por momentos le odiaba.
Miró los dos pasillos que tenía frente a él. Remi quiso adelantarse, pero le frenó a tiempo. Estaba claro que tendría que tomar las riendas una vez más. Eligió el de la derecha. Todo recto, obvió tres entradas, giró en la cuarta a la izquierda, y en el primer cruce a la derecha otra vez. Su hermano le seguía de cerca y en silencio. En la siguiente encrucijada, torció a la derecha y encontró el camino cerrado. Frenó en seco. Su hermano también, contra él, justo cuando daba la vuelta sobre sus pasos, y chocaron de bruces. Remi se quedó mirándole, las narices pegadas.
-Qué ojos bonitos tienes, ojalá me pareciera a ti.
A veces dudaba que fuesen igual de inteligentes.
Aguantó las ganas de enzarzarse en una discusión absurda, le esquivó y trató de desandar el último tramo. Izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, detrás (un-dos-tres). Volvían a estar perdidos. Dio una vuelta sobre sí mismo, intentando reconocer el entorno. Remi le imitó. Una vez. Y otra. Y otra. Y otra. Y otra. Remi vomitó. A lo mejor no era tan inteligente como su hermano, después de todo.
-¡Madre mía, ¿pero tú que has comido?!-, chilló Gus, retrocediendo, arrugando por inercia la nariz.
-Yo… ya sabes de mi debilidad por el queso de Cabrales… Me lo ofreció el tipo de la entrada y no me pude resistir…
-Sí, ya veo… Espera, ¿cómo que el tipo de la entrada? ¿Qué tipo de la entrada?
-Pues el que nos metió aquí.
-No tenía nada cuando nos trajo. Un momento, ¿cuándo le has visto?
-No sé, hace un par de horas. Tú dormías, yo me aburría, me fui a dar una vuelta y le encontré.
-¿Me estás diciendo que llegaste a la salida?
-Sí.
- ¿Y volviste donde yo estaba sin perderte?
-Sí… Pareces enfadado… -Los ojos de Gus centelleaban en un rojo intenso. -¿Es porque no te he traído queso? No tenía dónde meterlo…
-¿Pero a ti qué te pasa? ¿Acaso eres tonto?
-No… soy Remi, tu hermano, ¿no te acuerdas? ¿Te encuentras bien?
Gus le miraba sin dar crédito. Reprimió una vez más su imperiosa necesidad de patearle la cara a su hermano, y se convenció a sí mismo de que, realmente, no era culpa suya.
-Hazme el favor y sácanos de aquí cuanto antes.
Remi asintió complacido y emprendió camino sin titubear. Gus le seguía, no sin cierto asombro. Parecía tan seguro de sí mismo... Le admiró que tuviera tan buena memoria, pues él no era capaz de recordar con tanta precisión cada recodo y cada pasillo. Quizás le había subestimado, quizás sí era tan inteligente como él, pero su vanidad no le dejaba verlo. Sintió algo parecido al orgullo de hermano mayor.
Unos minutos más tarde alcanzaron la salida y se encontraron, al fin, en un espacio abierto que les alivió la vista y la mente. No sabían si habían logrado mejor tiempo que los demás o no, aún quedaban algunos por completar el recorrido. No obstante, obtuvieron una gratificación y pudieron regresar a casa, habiendo ganado Remi, además del queso de Cabrales, el respeto silencioso de su hermano mayor.
«05-08-14. 18:06. Sujetos: G-18 y R-18, mus musculus monocigóticos. Prueba: Laberinto nivel 6. Objeto de estudio: Eficacia vacuna gripe y posibles efectos secundarios.
Antecedentes: Ambos sujetos fueron infectados con el virus de la gripe, habiéndosele administrado la vacuna experimental al sujeto R-18.
Observaciones: G-18, conocido como Gus, parece desorientado y exhausto. R-18, conocido como Remi, completa el laberinto y, asombrosamente, vuelve a entrar hasta el lugar donde se encuentra Gus, para volver a salir.
Conclusiones: Se estudiará el posible aumento de la capacidad memorística, intelectual y empática en el ratón conocido como Remi. Posible efecto secundario: regurgitación.»
-Remi… gracias por volver a buscarme.
-Eres mi hermano, no iba a dejarte allí perdido.
-La verdad que te admiro. ¿Cómo encontraste tú solo la salida?
-Olí el queso.
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