Cuando retorne al mar
mis manos serán almohadones
para tus desilusiones sin bríos.
Lo haré en las mañanas
cuando las playas
se regodeen casi desiertas.
Sólo las gaviotas eternas
me regalarán su compañía
para llegar a tu ángel tibio.
El mundo dejará de girar
e inmovilizará las moléculas
hasta que caiga tu flor más triste.
Luego llegará el renacer.
El tiempo siguiente
donará un cuaderno en blanco
para redactar capítulos nuevos.
Sin tachaduras incoherentes
devendrán mensajes inequívocos.
Jamás palabras inútiles.
Texto agregado el 19-08-2014, y leído por 180
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