PENSAMIENTOS SUBVERSIVOS

Esto no da para más. No estoy dispuesto a soportar esta situación. La relación va cuesta abajo y no sé si quiera detenerla. Desde hace un tiempo te acostumbraste a gritarme por cualquier cosa y a manifestar tu mal humor por nimiedades.
¿Qué te ha pasado, Isabel? ¿Qué nos ha pasado? Te recuerdo en nuestros primeros años cuando caminábamos de la mano por la vida, alegres, esperanzados construyendo futuro. Cuando correteábamos con los niños por el jardín y hacíamos una fiesta en cada ocasión donde nos reuníamos todos. A veces, me invitabas a caminar bajo la lluvia y volvíamos empapados y nos quedábamos abrazados frente a la chimenea. Te recuerdo hermosa con tu cuerpo escultural que me enloquecía y como hacíamos el amor en cualquier rincón de la casa. Tu risa de cascabeles que llenaba los espacios y hacía fácil la vida.
Ahora estás obesa, mal genio. Puedo soportarlo pero no me grites. Un poquito de dignidad digo yo. Las noches son antiguas. Roncas como un aserradero y temo ver tu cara llena de afeites y artilugios en el pelo cada mañana. Puedo sobrellevarlo pero, no me grites. Ya no es una fiesta llegar a casa después del trabajo y esperar la cena. Los hijos ya no están y no tengo aliados.
¡Enriqueeeeeeeeeeeeeeeeeeee!