Ya ves, no fuiste tu. Fue la soledad y el hastío de tantas noches silentes la que me embarco nuevamente en la profundidad de tus ojos.
Y quería perderme allí, abrazada, ahogada felizmente en la negrura inmensa de una ola sin contar con que el mar suele ser pérfido y así como tiernamente arrulla su hambre devora cuerpo, alma y corazón.
No me ha quedado más que volver a esta tierra lejana. Aún tiemblo de frío y de orgullo y construyó una muralla para el barco encallado que ya no zarpará.
Texto agregado el 18-08-2014, y leído por 96
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Lectores Opinan
18-08-2014
Un poema muy... no hay palabras para describirlo, es de los más hermoso, cinco estrellas. Un saludo Amira1