La venganza…¿es dulce?

Estoy esperando a mi amigo AlexandroCasals para que me de algunos consejos para ejecutar mi venganza.
Me entretengo observando por un ventanal, el movimiento de la Av. Del Libertador. Ya han pasado 50 minutos y Alex no se presenta.
. Cuando me estaba impacientando por la tardanza, aparece un hombre moreno, de anchas espaldas, con un bulto enorme en la cintura. No me cabe duda que es un bufoso calibre 44 por lo menos. Rápidamente pienso que debe ser el mayordomo o algo así. Debe ser filipino por lo achinado de sus ojos.

—Para usted, tardes buenas —me dice

—Buenas tardes —le contesto, y le pregunto —¿Está muy ocupado mi amigo Alexandro?

—Quisiera él, no estarlo tanto, pero ha enviádome para a usted ayudar.

—En realidad quisiera tratar mi problema personalmente con él.

—Imposible ser. En reunión estar y poco tiempo tiene. Por eso aquí estoy

—Es que es un tema algo delicado y no quisiera que…

—Por delicado que ser parezca, problema no haber conmigo. Orden yo tengo de cualquier cosa solucionar. Con confianza hable.

En ese momento me pareció medio pelotuda la idea de vengarme de una chica, porque no me daba bola. A ver si me meto con esta gente y la eliminan o le hacen algún daño.
Mejor meto violín en bolsa y me trago mi orgullo.
Le dije al filipino que me había arrepentido de molestar a mi amigo y que le agradecía mucho su buena voluntad, pero ya no me parecía necesaria su ayuda. Le brillaron los ojos de disgusto al hombre y me corrió un escalofrío por la espalda.
Salí casi corriendo del palacete de Alexandro y entré en el primer bar que estaba cerca. Se llamaba Rond Point o algo así y me tomé un vodka de un trago.
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