Cap.7
-Donde las dan, las toman-
Se restregó rápidamente con la manga el líquido azul que empezaba a quemarle la mejilla.
“No, ahora no, por favor” se dijo para sus adentros. Shinda se quedó unos segundos atrincherada en el vano de la puerta mirando hacia el enorme pasillo, por si detectaba algún movimiento. Excepto las luces y el sonido incesante no atisbó nada ni a nadie. Echo un rápido vistazo al Debrariano que seguía inconsciente en el suelo y, espoleándose de valor, decidió aventurarse por el corredizo.
Era incapaz de recordar con exactitud por donde había entrado a la nave y esto le preocupaba verdaderamente.
En el interior del navío todo parecía similar y muchos de aquellos paneles de las paredes tenían el mismo aspecto que cualquier otro; Sabía que debido a la tecnología de los alienígenas muchas cosas funcionaban de modo muy distinto a las terrestres. Cualquier panel podría servir para una entrada, cualquier espacio para una salida, cualquier botón podría ser una llave o una alarma…solo que los humanos no eran capaces de discernirlo.
Iba a ser complicado hallar un modo fácil y rápido de escabullirse de allí.
A los pocos minutos giró en una vertiente y se topó de pleno con dos Debrarianos que caminaban en su dirección.
Eran tan silenciosos que le fue imposible oírlos hasta que los tuvo encima.
Se quedó paralizada, mientras aquellos dos seres la miraron con una cierta expresión de sorpresa en sus rostros.
Los Debrarianos se comunicaron en su propio idioma, similar a los sonidos que emiten los delfines pero más profundos y armónicos, y era completamente imposible diferenciar si gritaban o tan solo hablaban.
Uno de ellos se acercó más y agachándose hasta la altura de su cara la miró a los ojos, a pocos centímetros de su nariz. Shinda, que hasta podía sentir su aliento, mantenía aferrado el artefacto eléctrico en su mano, tras su espalda, pero en ese momento estaba tan asustada que era incapaz de mover un solo músculo.
El debrariano la observó durante unos instantes con curiosidad, parpadeando velozmente sus grandes y rasgados ojos violetas y amarillos; Alzó su enorme mano azul y la pasó suavemente por la mejilla de Shinda, que permanecía inmóvil como una estatua.
El alienígena giró el rostro hacia su compañero que esperaba unos pasos más adelante y emitió unos divertidos gorgoteos completamente incomprensibles para Shinda. El otro demostró impaciencia con un gesto. Shinda esbozó una forzada sonrisa sin saber muy bien por qué… y el Debrariano la imito estirando hacia atrás sus delgados labios, dejando a la vista una fina hilera de dientes pequeños y picudos, que helaron la sangre en las venas de la chica.
De pronto, emitió un sonido agudo y sostenido, se irguió y continuó caminando normalmente hacia su compañero. Shinda vio como desaparecían por el recodo mientras seguían “hablando” y gesticulando animadamente.
Su corazón parecía querer salir disparado de su pecho y respiró profundamente para recuperarse.
Continuó el recorrido y, a unos metros adelante, el color rojizo de otro recinto abierto le resultó familiar. Se acercó con cautela a la abertura que ejercía de puerta y traspasó el umbral.
La estancia, bastante más amplia que en la que ella estuvo, estaba constituida por una camilla metálica justo en el centro y a los lados, cerca de las paredes, se entreveían algunos aparatos supuestamente científicos o médicos que emitían una serie de pequeños pitidos intermitentes.
La iluminación rojiza, casi infrarroja, dificultaba extraordinariamente la visión y esto, junto a una liviana niebla que envolvía toda la estancia, impedía que Shinda divisara con claridad a poco más de un metro por delante de ella. Se acercó con precaución hacia la camilla y comprobó que estaba vacía.
Durante unos segundos se quedó desorientada.
Habría jurado que era el sitio donde habían trasladado a Kail cuando lo subieron a la nave.
Se giró y apenas le dio tiempo a apreciar una sombra que se encontraba justo a su espalda. De pronto, algo oscuro se acercó extraordinariamente veloz hacia su rostro y sintió como el golpe recibido en su pómulo, cerca de la sien, hizo que sus piernas parecieran de gelatina.
Cayó al suelo mientras las luces de la estancia giraban a su alrededor como un carrusel de feria. Un millar de puntitos negros se unieron a las luces y su conocimiento se vertió en la negrura, como el agua en un sumidero.
……….
- ¡Niña! – oyó en la lejanía.
Shinda creía tener el peso de todo el mundo entero en sus parpados. Su cuerpo, sencillamente no le respondía. Sintió como la agarraban de la cintura y de las piernas y de un rápido movimiento se encontró de repente tumbada en la camilla.
- Kail…-musito con un hilo de voz.
- ¡Niña! ¡Creí que eras otro de esos apestosos llorones!
Shinda comenzó a recuperarse y su visión se hizo poco a poco más aguda.
Las luces ya habían dejado de girarle.
- ¡Kail! – Dijo atropelladamente -… ¡Tenemos que irnos, hay que salir de aquí cuanto antes!...la nave, se va…la nave…y ese Shoel…lo tumbé y ahora me buscará…
De pronto Shinda cayó en la cuenta
- ¿Otro de esos llorones? – Dijo incrédula-… ¿Hay más llorones en la nave?
- ¿Más? ¡Hay muchos más! ¡Hay cientos! No se que traman esos Debrarianos pero parece que andan recolectando llorones… ¡Pero estos no son iguales! Son llorones, si, pero no se comportan del mismo modo…parecen…. ¡parecen normales! Siguen llorando ese liquido azul, pero he podido hacer hablar a alguna de ellas cuando vinieron a inspeccionarme ¡y me respondían! Así he conseguido mi ropa y mis armas pero creo que me han delatado. Creía que tú eras otra de ellas, que volvías a por mí.
- ¿Otra de ellas? ¿Hay chicas aquí…?
- Si. La mayoría son mujeres. Apenas he visto pasar por el pasillo un par de llorones hombres. Todos los demás que vi eran mujeres…Pero tienes razón.
Sea lo que sea que esté sucediendo hay que salir de aquí echando chispas.
¿Puedes incorporarte?
- …Eh si…creo que si – dijo tratando de levantarse con dificultad – ¡Vaya! ¡Pegas fuerte soldado!
- ¡Y tú niña! – dijo Kail ayudándola a alzarse – No se como lo hiciste, pero me dejaste K.O. cuando salimos de aquel edificio Aún me duele el costado y no se bien por qué. Pero no te confundas. Aunque vaya a ayudarte a salir de esta cochambrosa nave no quiere decir que me fíe. Sé que estamos aquí gracias a ti.
- Veo que vas recuperando la memoria…Pero yo no te golpeé Kail…utilicé esto. Ellos me lo dieron – Y le mostró el artefacto eléctrico que aún aferraba en la mano.
- ¿Ellos te lo dieron? ¡Así que ya lo tenías cuando te encontré! Será mejor que de ahora en adelante lo guarde yo - dijo arrebatándoselo – Ya me has demostrado que eres peligrosa y no voy a correr más riesgos contigo. A partir de ahora vas a tener que darme muchas explicaciones niña, si quieres que…
De pronto unos chirridos, como de delfines, tañeron desde el umbral de la estancia. De entre la rojiza niebla, una sombra enorme se les abalanzaba velozmente distinguiéndose, sobre todo, coronada con pelo largo y rubio.
- ¡Kail! ¡Detrás de ti! – gritó angustiada Shinda.
Y ya no pudo articular más palabras.
Una mano enorme y azul la golpeó violentamente en un costado de la cara sumiéndola de nuevo en la más pura inconsciencia.
……….
Mientras tanto, afuera, más de un millón de naves gigantescas en forma de margarita, arribaban a la vez desde más allá de la lejana orbita lunar y estabilizaban su altura a unos pocos cientos de metros por encima de cada una de las que fueron ciudades importantes en la tierra.
Solo, que esta vez, ya no existía ni un solo ejército organizado en todo el planeta Tierra capaz de defenderlo.
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