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Inicio / Cuenteros Locales / dario_b_malik / Consideraciones sobre la Cigarra y la Hormiga

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“Mientras las hormigas trabajaban duro a pleno sol, la cigarra consumió el verano cantando, almorzando a deshoras y desoyendo todo consejo de supervivencia. Las hormigas, más precavidas, acumularon durante el estío buena cantidad de víveres, a las órdenes de su reina, para poder subsistir durante el invierno. Cuando el estío terminó, la cigarra, temerosa por su incipiente afonía, fue a correr a la puerta del hormiguero, solicitando asilo. A lo que el esforzado grupo respondió solemne: `Pasaste el verano cantando, ahora asume las consecuencias ´ Así la cigarra feneció a las puertas de su salvación.”


Dos causas motivan este artículo: La estación estival y la petición popular que reclama que publique, esta vez sí, un texto comprensible.

Más o menos, con el elemental resumen de apertura se ejemplifica el cuento con que de niños se nos inculcan las primeras de las mentiras morales. La idea, a grandes rasgos, intenta transmitir que si uno pasa la vida despreocupado, divirtiéndose mientras otros trabajan, acabará muriendo justamente. He aquí la primera de las falacias que competen a la fábula: La Hipótesis del Mundo Justo, que afirma sin soltar una carcajada, que cada cual tiene lo que se merece. Todos conocemos a algún crápula que canta de enero a enero sin tener que mendigar en hormiguero alguno. Quien no lo conozca a nivel personal puede perfectamente encender la televisión.
La otra idea, sin insistir en la metáfora, es considerar que para la Cigarra, que ha vivido su particular orgía de diversión, la salvación pueda ser pasarse silenciosamente nueve meses en un oscuro y silencioso agujero del tamaño de las viviendas actuales que nos hipotecan de por vida. ¿Quién en su sano juicio es capaz de pensar que la Cigarra iba a aguantar más de tres días trabajando ocho horas? ¿Alguien considera que de haber conocido la vida de la hormiga, la Cigarra se hubiera intentado aferrar a la supervivencia en semejantes condiciones? La Cigarra ha vivido ya.

Sin embargo, a pesar de estas mentiras, lo verdaderamente preocupante es la capacidad subversiva de la fábula. Para empezar, se puede afirmar sin titubeos que la hormiga es – si se me permite – completamente gilipollas. No solo se pasa el verano trabajando, sino que lejos de rebelarse contra la reina – verdadera crápula de esta historia, puesto que se pasa la vida sin dar golpe – es rencorosa con quien ha podido disfrutar de la vida.
De algún modo terriblemente pedagógico se nos inculca que la vida es pasarse nueve meses en un agujero atestado – pongamos que hablamos del Metro en hora punta – y los tres restantes trabajando para mantener a un abotargado líder espiritual que nos promete la eternidad y continuidad de la especie. Y para colmo, cuando el enfado nos puede, en lugar de lanzarnos hacia el que con su yugo nos hunde, jugamos a sádicos con el crápula de medio pelo cuyo único delito es pretender disfrutar de la vida que la hormiga nunca tuvo. La hormiga, a todas luces un animal incapaz y detestable, paga con la cigarra la frustración por no atreverse a contrariar a su reina.
En una hipotética continuación del cuento, tras dejar que la cigarra muriera en su puerta, probablemente con los restos aún aumentaron su despensa. Acto, sin duda, digno del animal más rastrero. Un animal coherente, mata a la cigarra y merienda esa tarde con brindis de por medio. La hormiga le deja morir, culpándole enteramente de su propia muerte – la cigarra se lo merecía - para después descuartizar el cadáver y comérsela con cara de remordimiento.
Durante años, en cambio, he oído hablar de la hormiga como el héroe de esta historia. ¿Esta vez se me ha entendido?

Texto agregado el 29-08-2004, y leído por 955 visitantes. (0 votos)


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