LA VOZ

El sonido del timbre puso fin a los juegos lentos y cautelosos en el patio. Los ojos de los niños no ven.
-“En el otro terminamos” le dice Lucia a la Katty, sin mirarla, sin siquiera un guiño. Se toman de la mano y avanzan por el camino acostumbrado.
En la puerta la profesora aplaude llamando a los niños entrar.
-¡Formación chicos, distancia! Y los bracitos alineados tocaban el hombro del compañero, las cotonas y jumpers muy bien planchados a la espera de la orden de la maestra.
-“Ok niños, pueden entrar”. Ordenadamente en fila india avanzan ligeros, entran sin equivocarse y de un movimiento certero se hacen de sus pupitres.
Treinta y dos alumnos comprenden el tercer año, la sala que los refugia es cómoda, de pisos lustrados y ventanas enormes. De sus paredes cuelgan pequeños cuadros, de paisajes y ciudades imaginadas, de colores y formas alucinantes, formas aun no vistas en este salón. Frente a ellos y como si fuera un ornamento tiende incólume el pizarrón; rectángulo negro inmaculado, sin uso, más bien parece un pasaje secreto a otra dimensión un agujero negro un trozo de sus mirar… y arriba coronándolo, un candelabro con siete brazos recordando al país benefactor.
-”Comenzaremos hoy con nuestra clase de historia niños y para esto como ya deben suponer, prepárense para… viajar”
-“Heeeee!!! Los niños exclamas felices, aplauden y comentan unos a otros. ¿Dónde, donde?
-“Ok, oK. Hoy niños, aver! Escuchen. Hoy viajaremos al medio oriente. Al continente asiático. Muy cerca del mar mediterráneo. Hoy viajaremos a una ciudad llamada Jerusalén.
-“Haaaaaa” se escuchaba como un murmullo dentro de la sala.
-“¿Alguien me puede decir algo sobre esta ciudad?
-“¡Es donde nació dios!
” Cerca Agustín. ¿Alguien más? ¿Nadie? Ok. Dejaremos entonces que nos hablen de ella.
La maestra se dirige al mueble y de este saca una caja de madera, de ella muy bien ordenados los discos a encontrar, escoge uno y se dirige al radio, lo introduce en la ranura y ajusta el volumen.
-“Ya niños ¿Preparados para viajar?
-“Siiiiiiiii” Al unísono.
-“Entonces la palabra mágica…
-“BADUTENETUUUUUU” Gritaron todos. Y la profesora acciono el play.
Primero se escuchó una música referente al lugar, una especie de introducción. Sonidos extraños, notas salpicada por Laúdes, violines, Darbukas, sonoros roncos del Mizmar o un dulce y añejo Nair. Toda esta alegoría predijo la llegada de una voz azucarada, un diminuto vocablo de ángel que pausadamente comenzó a relatar.
…La nación de Israel se encuentra en la ribera sudoriental del mar Mediterráneo. Limita al norte con el Líbano, al este con Siria, Jordania, Cisjordania, al oeste con el mar Mediterráneo
Mientras la voz enamoraba a los niños la maestra corría las cortinas y abría las ventanas, dos ventanas y un cielo azul fulgor entraba por ellas, iluminándolo todo, pero los niños no se han dado cuenta de nada, ni en el piso lustrado reflejándolo todo, ni en el rectángulo negro brillando, ellos sueñan con los detalles y los frutos que narra la voz, piensan en como sería un desierto, como será el mar, las olas, esa ciudad mágica. Todo esto se fusiona con la brisa que entra del patio, los perfumes, el césped recién cortado, el azahar del naranjo en flor, la orquídea madura, los dátiles higos, la vid, aceitunas y de maces productos traídos del viaje y los propios del patio.
La voz en el radio debe estar cubierta por una melaza dulce que va envolviendo a los niños en un sueño delicado, en un trance placentero, en un despertar, en una luz interior. Esta voz en el radio ve por ellos, les muestra lo que nunca verán, la voz en el radio si prestan atención advertirán que suele temblar.