Ya no habia nada que hacer, Romina miraba la ventana y observaba como las gotas de lluvia iban limpiando la suciedad del pavimento...suspiro hondo y tomó otro sorbo de café de la taza que se hallaba en sus manos... Cerró los ojos intentando olvidar el aroma de Andres con el olor a tierra mojada.
Sonrió melancólica, ahora la casa estaba casi vacia de sus cosas ella se empecinaba en llenarla de recuerdos. Andres se había llevado su ropa y decidio dejarla sola con su pequeño hijo... Al principio creyó desfallecer, pero esa tarde que abrio los ojos NUNCA LA OLVIDARA.
Vio como aquel descomunal coloso caminaba hacia ella y la destruía, era tan raro... No le dolía ese reproche insesante, no le lastimó su indiferencia, solo veía algo que nunca antes habia visto en él un hombre lleno de soberbia y orgullo capaz de todo con tal de huir de su responsabilidad.
Andres percibio algo diferente en su mirada, empezo a notar su ausencia y como cada vez que intentaba verla con algún pretexto ella delicadamente se excusaba y salia a otro lado, poco a poco las paredes de la que fuera su casa empezaron a aplastarlo y asfixiarlo hasta que no regreso.
Ella no hizo ningún reproche, ni comentario de eso a su hijo y le dio todo su amor.
Un día sin ninguno desearlo se encontraron, pero Andres no la pudo reconocer, escudriño y buscó en su mente a la dueña de ese rostro, pero todo eran sombras difusas.
Y así de repente, sin intentarlo, sin buscarlo pronuncio su nombre y vinieron a su mente los recuerdos de aquella vida, lo aplastaron las imagenes de lo que pudo haber pasado si él se hubiera quedado.
Estuvo 20 minutos parado frente a la puerta de la que un día fuera su casa y no se atrevió a entrar.
- Hola - dijeron a sus espaldas.
Un escalofrío recorrio su cuerpo, era su pequeño hijo que lo abrazaba como si nunca su hubiera marchado.
- Pasa.
El entro y miro a su al rededor, buscaba el instante en que Romina apareceria sonriendo...
- Mamá no está, cuando te fuiste creyó que moriría y hubo un instante en que todos pensamos lo mismo, yo era tan pequeño y no sabía lo que pasaba solo la veía llorar y llorar y abrazarse fuerte a una foto tuya; te necesitabamos tanto... después tus visitas espaciaron y ella renació.
Andres escuchaba atento aquellas palabras que eran pronunciadas con tanta tranquilidad.
- Cambio mucho, sonreía, jugabamos y se entrego toda a mi... recuerdo que bailabamos en la sala hasta cansarnos... Eso si, dejo de llamarme por tu nombre... pero había tanta luz en ella que a mi no me importo...
Para ese entonces Andres lloraba amargamente y reprochaba en susurros su errores, su hijo lo abrazo y le dijo:
- La perdiste... yo siempre la tendre a mi lado, pero te pido que te vayas y no vuelvas a importunarla nunca más... La mujer que tu conociste se fue, peo aqui regresa el mismo hombre y ella no está sola, me tiene a mí sabes... y ella me enseño que yo siempre debo estar aqui para tí.
Aquel joven abrio la puerta, mientras que su hijo, que ahora era un hombre, le indicaba el camino.
Cuando Romina llegó a casa vio como se marchaba Andres, quien como siempre no prestó atención a que ella había llegado.
No lo tomó por las manos, ni tampoco le habló, decidio mirar como se iba y sonrió:
- Ya no estas sola mamá y ese señor no estuvo cuando lo necesitamos, ahora él te necesita....
- No mi ángel- lo interrumpio Romina - él no me necesita, por fin se dió cuenta que me ama y que por su estúpido orgullo me perdió.
Se sentó tranquila en el sillón y abrazó con fuerzas a su hijo, dejandop que la tormenta pasará. |