Esa noche, amigo mío,
relucían las estrellas,
y era imposible decir
cuál de ellas la más bella.
Cerré las pesadas cortinas
del dormitorio central
pero la reina del cielo
se esmeró en brillar aún más.
Me desperté asombrada
por la claridad lunar
y tomando mi mantilla
me senté a contemplar
el espectáculo vivo
de la naturaleza estelar.
Y así asomada en la ventana
rodeada de peperinas
quedé envuelta en la magia
de la luna cristalina.
Era una figura perfecta,
una medalla de plata,
una azucena brillante
que las pasiones desata.
Me sentí una loba hambrienta
de sobradas ilusiones,
de sueños embelesados,
de románticas canciones.
Y en la escena tan perfecta
que ofrecía la diadema
dos lágrimas se me escaparon
envidiando su belleza!
Texto agregado el 11-08-2014, y leído por 173
visitantes. (5 votos)
Lectores Opinan
14-08-2014
¡Caramba! ¿No te diste cuenta?...No era la luna en el cielo...simplemente era el reflejo...de tu imagen que al verso alienta...y con de dulzura un dejo...que con la noche aumenta. za-lac-fay33
12-08-2014
Qué romanticismo tan bien dibujado. Hermosas imágenes. Un re beso. SOFIAMA