Había una muchacha, princesa y futura reina en Italia, cuyo nombre era Rosa ,a la cual le gustaba siempre sentarse en su jardín a leer bajo el exquisito aroma de los árboles y el rodeo de las plantas. Le encantaba sentarse en un banco y contemplar su ''bosque'' real. Allí ella había crecido. Su madre le llevaba cada tarde de pequeña a jugar en su columpio que colgaba entre dos robles, y con los pajaritos que pasaban a cantarle una canción. Ella se sabía todas las plantas, los árboles, sus nombres y características. Pero solo faltaba una por descubrir...
Un día estuvo leyendo una historia trágica. Cuando la terminó de leer lloró por ese final triste que tenía el libro. Sonrió diciéndose a sí misma: ''¡Pero qué tonta! ¡Si esto es solo un cuento!''
Se secó las lágrimas con las manos y, sin darse cuenta, una le resbaló de las manos y cayó hacia tierra. En aquel lugar había una misteriosa semilla.
Tiempo después, cosa de 2 meses, creció una hermosa flor de color rosa.
Una tarde, cuando terminó su rutina, la vio y se hizo la curiosa. Llamó a sus padres, los reyes, los cuales consultaron de inmediato al investigador de las plantas real, pues tal vez esto iba a ser un descubrimiento en la naturaleza.
Después de dos semanas de investigación, se dieron cuenta en el laboratorio que aquella había nacido gracias a la princesa y que era una flor que antes no se conocía. En honor a la joven, le pusieron el nombre de ''rosa'' (tal y como ésta se llamaba).
Hay quien dice que el color de esta planta fue también rosa como agradecimiento y genética de la princesa, ya que ella había colaborado en su nacimiento. |