El orden lógico de la vida es que los nietos vean morir a los abuelos y los hijos a los padres, pero a veces la vida carece por completo de lógica y nos resistimos a que se rompa ese orden natural.
Siempre he sostenido que el hombre, al menos en nuestra cultura, nunca se prepara adecuadamente para afrontar y entender la muerte a pesar de ser lo único seguro que tiene en la vida. El egoísmo personal de perder la compañía, la presencia, el contacto físico con alguien querido, nos hace pensar solo en nosotros mismos, pudiendo cambiar la actitud egoísta que nos causa dolor por una más generosa, tratando de entender qué es lo que ocurre en la muerte.
Para los que nos quedamos, solo queda la ausencia. Pero para los que tienen la fortuna de partir, termina el dolor y el sufrimiento propios de esta efímera vida material y comienza una vida atemporal, carente de sentimientos y sin todo el lastre que representa este cuerpo corruptible.
Por eso hoy no quiero estar triste por el cambio que se avecina, quiero estar feliz y quiero, aunque suene egoísta, que mis amigos y familiares también estén felices, no por nosotros mismos, sino por el que tiene la fortuna de liberarse para empezar un nuevo ciclo.
Amigos quiero que cuando nos veamos, no sientan tristeza ni compasión, no quiero pésames ni condolencias. Quiero que estemos felices porque de este proceso, alguien salio ganando vida eterna y que así lo manifestemos. |