"Vendrá la muerte y tendrá tus ojos"
Cesare Pavese


Ella había planeado cuidadosamente aquel día, no podía ser de otra manera: iba a presentar ante la prensa su más reciente poemario. Después de un paréntesis de más de 10 años, por fin había escrito algo de lo que sentía orgullosa. Su primer poemario había causado un gran revuelo y la había catapultado a la fama. Se hicieron varias re-ediciones e incluso fue traducido a varios idiomas. Y luego había entrado en una suerte de vacío creativo durante un largo tiempo. Por fin sintió que tenía algo bueno que ofrecer a su público.
Después de confirmar que todos los detalles de la presentación estaban resueltos por su fiel agente, ella se dedicó a arreglarse para la ocasión: Compró un vestido elegante y sobrio. Y luego pasar por la rutina del salón de belleza, un maquillaje ligero y un peinado poco llamativo, tal como era ella misma. Ya eran las 10 de la mañana y la presentación se llevaría a cabo a las 12 en la sala del ayuntamiento de la ciudad.
Había quedado en pasar por su hermana que vivía a unas dos cuadras de su casa y luego tomarían un taxi. Tenía el tiempo suficiente para llegar, pero de todas maneras apuraba el paso, porque sabía que su hermana se demoraba una eternidad en arreglarse.
Cuando estaba cruzando por una calle que no era muy transitada y estaba a punto de llegar a la acera de enfrente, de pronto surgió como por encanto un auto que atravesó la calle como un bólido, no pudo evitar chocar con otro auto que intentaba voltear hacia otra calle. El impacto fue tremendo y el segundo auto fue arrastrado varios metros, y justo aplasto a la poetisa contra un poste de luz que estaba cerca de una banca del paradero de taxis.
La foto de un reportero que estaba cerca de la escena inmortalizo su bello rostro sin vida y sus ojos abiertos. Era como si a través de esos bellos y apagados ojos te mirara la mismísima muerte.