Concebir el amor como un sentimiento, nos libera de la responsabilidad de actuar. Gritar nuestro dolor por la miseria, por el hambre en Haití, o por el calentamiento global, nos exime de la responsabilidad de actuar. Así es que hemos convertido el amor en un sentimiento y peor en una palabra. El amor es un acto deliberado, es el acto deliberado que busca el bien, inclusive en contra de nuestros sentimientos. Centrarnos en los sentimientos relacionados con éstos actos, es un poderoso impedimento para amar.