Libre verso breve
Os daré un poema breve, de la más alta alcurnia,
de la más baja estirpe, de todo lo que todo es,
y de todo lo que en la nada sucumbe.
¡Que me bajen, pues! Virgilio y Homero,
y su Eneas y su Aquiles, y su Odiseo en ruina envestido,
para dar alarde de todo lo que han sabido.
Que sus musas me canten,
que ardan su Troya y su Dido,
que en el infierno de Dante se cumpla el castigo.
Que el Quijote, cansado, muera de razón;
que Sancho, por tristeza, abandone la suya al son.
Que Romeo y Julieta de amores nunca mueran,
que al Hamlet de Shakespeare la venganza no lo venza.
Que Leonora viva eterna en un sacro cuervo negro,
Edgar Allan sea su padre, y entre sombras sólo un sueño.
¡Que me bajen, pues! Neruda con sus más triste versos
y una dama en ausente silencio; Cortazar boca arriba,
y las noches que cubren sus cielos.
Que sea Borges el infame, el inmortal y el memorioso,
que su libro sea de arena, un invento prodigioso.
¡Que bajen, pues! Los Infinitos y todos sus Poetas Muertos,
Los escritores de todo cuento y palabras que no han nacido;
Que sean la sombra de mis letras, dormidas en mi pluma fría,
Que contengan en su historia al universo,
Y, con él, a todas sus medidas.
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