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El Espejo
Por Alexandro Faviano

A Julián le gustaban los espejos grandes y siempre quiso tener uno para adornar el living de su casa. Decía que los espejos daban vida a los ambientes, proporcionaban iluminación y una sensación de espacio.
Finalmente llego el día. Un camión trajo el preciado adorno. Era un gran espejo de casi 100 años de antigüedad que Julián había adquirido recientemente. Tenía la idea de ponerlo sobre el hogar de su casa. Según el anticuario que se lo vendió, el espejo había sido propiedad de grandes celebridades y gente de mucho poder durante los últimos 70 años. La idea de poseer dicha antigüedad, a Julián, lo llenaba de orgullo.
Cuando finalmente el espejo quedo colocado, él solo se digno a mirarlo durante un largo rato. Su reflejo le daba la sensación de verse a sí mismo como una persona exitosa, que siempre obtiene lo que quiere. Durante horas se dedicó mirar al mundo a través del espejo. Como si realmente estuviera viviendo dentro de él. Se vanagloriaba de su nueva adquisición. Se regocijaba delante de sus amigos. Su reflejo era parte de su vida social y privada.
Una noche tuvo una sensación extraña que lo condujo desde su dormitorio hasta el living, para contemplar su reflejo en el espejo una vez más. Sin embargo esta vez no era para vanagloriarse, sino para satisfacer una necesidad narcisista a observarse reflejado. Tomo un vaso y lo lleno con una medida de vodka. Se miro fijamente en el espejo y espero varios segundos con el vaso en la mano, como si quisiera ser absorbido por su propio reflejo. Como en un cuento de terror, de esos que hay que recitar tres veces un hechizo para invocar al diablo, se acerco lo suficiente hasta ver sus arrugas reflejadas en la superficie del espejo. Casi conteniendo el aliento y como en un juego perverso producto de su mentalidad retorcida, repitió tres veces su nombre… - “Julián….. Julián…….………. Julián” – .
En su mente su juego había terminado, casi al mismo tiempo que se tomaba la medida de vodka. Pero la realidad era otra. Cuando el líquido empezó a bajar por su garganta, una sensación de descomposición le retorció las tripas. Era tal la asquerosidad que no le quedo más remedio que regurgitar lo que había tomado. Un acto reflejo hizo que tirara el vaso al suelo haciéndolo añicos. Al mismo tiempo que el vomito que salía por su garganta a chorros manchó el hogar y parte del espejo. No podía creer que el vodka tuviera tan mal gusto. Cuando recuperó la celeridad, miró al suelo y se encontró con un líquido negro que regaba todo el piso, en el mismo lugar donde había tirado el vodka. Lo primero que pensó fue, que como era de noche y no estaba ni muy despierto ni muy sobrio, el líquido que había tomado no era vodka, sino que era algo espeso y negro que se parecía a alquitrán. Se agachó para tocarlo y comprobó que lo que sus ojos le estaban transmitiendo no era un sueño, sino algo real. Sin indagar mucho mas, se dispuso a buscar un trapo para limpiar el desastre de vomito y alquitrán que había quedado por todos lados. Sin embargo una visión fuera de lo normal lo paró en seco. Más allá de la hora, mas allá de la embriaguez, notó al darse vuelta que algo estaba mal con la arquitectura de su casa. Era muy difícil de asimilar al principio, porque no tenía mucho sentido, pero la puerta que daba a la cocina había sido reemplazada por otra cosa. En su lugar había una escalera. Se rasco la cabeza por un segundo para tratar de entender el meollo geográfico y se dio cuenta, que en realidad no era un reemplazo lo que estaba observando, sino que habían cambiado de lugar. La puerta de la cocina, que generalmente estaba a su derecha, había sido cambiada a la izquierda, y la escalera que daba a las habitaciones, que estaba a la izquierda, había sido cambiada a la derecha. Trató de entender por un segundo el acertijo espacial pero no lo logro. Creyendo que estaba en medio de en un sueño se dio un cachetazo. La sensación que tuvo al momento de mover el brazo le paró la respiración. Su brazo derecho, ya no estaba a la derecha de su cuerpo, sino que estaba a su izquierda, y su brazo izquierdo estaba a su derecha. Se contuvo de gritar cuando bajo la mirada y al tratar de moverse se dio cuenta que en vez de mover el pie derecho instintivamente estaba por mover el pie izquierdo. El horror de su propia anatomía lo asustó de sobremanera. Estaba completamente dado vuelva. Pero no solo era su cuerpo el que padecía este entrecruzamiento, sino que todo lo que le rodeaba estaba invertido. Invertido como un reflejo. No tardó mucho en darse cuenta de la cruel realidad. Julián ya no estaba en el living de su casa, sino que estaba en el reflejo del living de su casa. Todo era el reflejo de la realidad. Los muebles estaban cambiados. Los cuadros. Las puertas. Inclusive él mismo era un reflejo de su propia existencia. Con su mano izquierda se tapo la boca, a pesar de que él era diestro. Las piernas no le respondieron y cayó de rodillas al suelo. Su mente tenía miles de teorías en su cabeza, pero ninguna tenía una explicación razonable para entender semejante horror. Cuando logró recomponer sus fuerzas, fue hacia la biblioteca. Instintivamente equivoco el camino porque no estaba a la izquierda como él recordaba, sino que estaba a su derecha. Allí mismo tomo un libro y con espanto notó que el titulo y el autor eran ilegibles. ¡Claro!, estaban invertidos. El titulo decía “ojepse led odal orto lA” y más abajo se podía leer el autor “smaharbA reteP”. En un ataque de locura abrió el libro y comprobó que no solo la tapa estaba invertida, sino que el libro empezaba por la página 288 y que todo el texto estaba al revés. De la rabia lo tiro al suelo y tomo el siguiente libro. Como si todo fuera una broma cósmica, pudo comprobar que todos los libros que contenía en la biblioteca invertida, estaban casualmente, invertidos. Sobrepasado por la locura cayó nuevamente al suelo y empezó a reír. Sin embargo tenía mucho miedo. Tanto miedo que a los pocos segundos cambio la risa por un llanto desconsolado. En medio del llanto junto fuerzas y se paró delante del espejo. Al principio sintió miedo, pero luego el miedo abrió paso a la curiosidad, al darse cuenta que del otro lado estaba el mundo del derecho. Una gota de esperanza le resbaló por su mejilla izquierda. Si encontraba la manera de poder salir de su calabozo invertido, podría recuperar su vida tal como era antes. En un hecho instintivo y desesperado, tomo la silla que estaba a su izquierda y la lanzó con todas las fuerzas contra el maldito espejo. Nada. Ni un rasguño. El espejo estaba ahí delante de él inmutable e indestructible.
Del otro lado la vida continuaba sin él. Su esposa se había despertado y había bajado al living para buscarlo, pensando que estaría en su sillón contemplándose en el espejo, como lo hacía habitualmente. Sin embargo Julián no estaba en el mundo del derecho, estaba en el mundo del revés. Con todo el aire de sus pulmones empezó a gritar el nombre de su esposa al mismo tiempo que golpeaba el espejo. Era en vano. Ningún sonido traspasaba la barrera del espejo. Ella parecía no escucharlo. Casi abatido se sentó en el sillón invertido y recordó que tenia consigo su teléfono celular. Tenía que intentar comunicarse con el otro lado y el celular podía ser su salvación. Cuando tomo su BlackBerry Curve con su mano izquierda, sintió que el mundo se le vino abajo. El celular también era un reflejo. Este modelo era uno de esos con teclas físicas. Pero lo que parecía algo normal en el mundo del derecho, en el mundo del revés, el celular, era otro encastre en el rompecabezas del horror. Donde debía estar el botón llamar estaba el botón colgar. Donde debía tener la tecla “P” tenía la tecla “Q” y así sucesivamente. No solo lo físico estaba invertido, sino también lo intangible. El software de su BlackBerry tenía los iconos dados vuelta y sus textos irreconocibles. La fecha de hoy estaba tergiversada y se podía leer como “81 yaM, senreiV”. Con un esfuerzo sobre humano trato de recordar el numero de su propia casa, pero invertido. Los dedos de su mano izquierda le temblaban al mismo tiempo que digitaba los números con dificultad en su teclado reverso. Al cabo de varios intentos logro hacer el llamado. Se puso sobre el espejo tratando de ver la reacción de su llamada en el mundo del real. Al parecer había dado resultado. Desde su celular se podía escuchar el timbre y en el otro lado del espejo, pudo ver a su esposa tomar el teléfono de línea que estaba al lado del sofá. Por su cabeza se le cruzaron miles de explicaciones para poder contar lo inexplicable, mientras del otro lado su esposa levantaba el tubo. Sin embargo la voz de su esposa, aunque tenía el mismo timbre de voz, no sonaba de la misma manera.
- "?se neiuq, aloH¿, se escuchaba por el parlante del celular.
- "?amall neiuq, aloH?” volvió a decir la voz del otro lado del espejo.
El miedo lo tapo todo. De la impotencia Julián dejo caer el teléfono al suelo. Lo que estaba escuchando sonaba como su esposa, pero hablaba en un idioma invertido que no podía comprender. Del otro lado del espejo ella parecía pronunciar las palabras correctamente, pero su voz sonaba tergiversada por la maquinaria del mundo del revés. Julián sentía que no tenía posibilidad de escapar. Que quedaría atrapado por siglos en el otro lado. El mundo reflejado era oscuro, frio y penoso. No sobreviviría mucho tiempo allí, seguramente. Tenía que encontrar una manera de volver al otro lado, al mundo real. De pronto recordó estar parado frente al espejo pronunciando su nombre tres veces. Instintivamente cerró sus ojos y dijo -“Julián… Julián….. Julián”-. Al abrirlos se dio cuenta que nada había cambiado. Al segundo la lógica invertida le dio la idea de que tenía que pronunciar su nombre al revés. Con lo poco que le quedaba de dignidad se reincorporó delante del espejo y pronuncio a continuación su nombre invertido tres veces – “nailuJ ……. nailuJ ….. nailuJ”-.
Casi como esperando un milagro abrió los ojos y miro a su alrededor. Primero miro instintivamente sobre su hombro izquierdo, lo que era una mala señal. No vio ningún cambio. El mismo ambiente horrorosamente invertido y su propia morfología tergiversada por el espejo. Sin embargo, cuando volvió sus ojos sobre el espejo, vio algo que lo hizo gritar de terror. Julián estaba ahí parado del otro lado, pero sin embargo ese no era Julián, porque el verdadero Julián era él, y estaba atrapado en esa celda de locura y desolación. Lo que estaba del otro lado era su reflejo en el mundo real. Se veía como él y se movía como él, pero no era él. Durante un segundo lo miro directo a los ojos y su reflejo hizo exactamente lo mismo. Julián no podía creer lo que estaba viendo. Ese ente que pretendía ser él en el mundo real, estaba parado copiando todos sus movimientos. Como si fuera una marioneta siniestra de sí mismo.
De pronto, su esposa salió de la cocina y con toda naturalidad se acercó al reflejo de Julián. Este se encontraba parado delante del espejo. Para ella era algo normal, pero lo que ignoraba era que sea lo que sea, ese no era Julián, sino alguna abominación reflejada por el espejo. A los ojos de su esposa, “eso” era su verdadero marido. Ella se acercó y lo abraso para darle un beso. Para el espanto de Julián, la criatura respondió a su beso y le pronuncio algo al oído que interpretó como un –“Yo también te amo”. Su mujer se marcho nuevamente hacia la cocina. Como si estuviera jugando un juego siniestro la abominación se dio vuelva, miro al espejo y su mirada atravesó al otro lado. Lo estaba mirando a Julián directo a los ojos. De golpe, la criatura giñó el ojo izquierdo en un acto de burla y se alejo caminando hacia la cocina. Julián, desesperado, se quedo arañando el espejo hasta que le sangraron los dedos.

Fin.

Texto agregado el 03-08-2014, y leído por 118 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
12-08-2014 Bien recreado ese clima desesperante. El texto es claro y directo. Y buen cuento. Saludos. ggg
03-08-2014 Buena e interesante aportación, si bien no alcanza el clímax del terror, si transporta al lector al estado de ansiedad del protagonista. Un final delirante que conmueve el ánimo. Grato leerlo. sagitarion
 
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