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Inicio / Cuenteros Locales / 007saha / Brujas de alava

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Aun vecino de Zaita, en Azazeta, término de Maeztu, durante un tiempo empezaron a molestarle las bujas. Principalmente lo notaba cuando salía de su pueblo por una senda, donde inexplicablemente le dominaba un desasosiego tal que le obligaba a tornar a casa. Otras veces, sin que aparentemente mediara causa alguna para ello, el ganado empezaba a alborotarse en la cuadra, provocando grandes destrozos. A ello se sumarían otros pequeños detalles, si bien nunca de la magnitud de los citados.
Durante varias noches, harto ya de que se repitiese esta incómoda situación, se mantuvo al acecho en su casa. Fue así como no tardó en ver colarse en la vivienda a un gato negro. El hombre, que había permanecido atento y con un buen barrote en mano, le arreó tal porrazo al felino que lo dejo medio muerto. Luego, tomándolo por la cola, lo metió en un gran arcón y lo encerró con llave
A la mañana siguiente, cuando aquel hombre fue a abrir el arcón, con indecible asombro halló dentro del mismo a una mujer de mediana edad, completamente desnuda. Sintiéndose perdida ante las amenazas del hombre de denunciara a las autoridades, ella le prometió no hacerle daño si le dejaba marchar. Entonces, ablandándose por las lagrimas de la mujer, el hombre la dejó libre.
Tiempo después, esa misma mujer enfermó gravemente y terminando por su vida, fuhe llamado el párroco del pueblo. Pero la mujer no podía tragar la ostia consagrada. Por lo contrario, cuando le daban el pan sin con grasar, lo tragaba sin ningún problema. Esto hizo sospechar a los vecinos que la enferma era una bruja.
Ya en la agonía, la mujer pidió que alguno de los presentes le diese la mano pero lo hacía, prevenidos de antemano por el cura. Era sabido que, cuando una bruja iba a morir, transmitía a otra persona sus poderes de aquella manera. Fue por eso que, en sustitución de la mano, le dieron un palo de una escoba.
Cuando falleció la bruja, arrojaron la escoba en el horno de cocer el pan. Entonces, todos contemplarían asustados cómo brincaba aquel objeto mientras se quemaba, como si poseyera vida propia, al tiempo que se escuchan extrañas explosiones.

Texto agregado el 31-07-2014, y leído por 58 visitantes. (0 votos)


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