Que difícil se hace, cuando uno ya sabe el final, uno puede estar preparado o ser consciente de lo que va a pasar; pero es mucho más doloroso cuando se confirma y uno no puede hacer mas nada.
Ahí es donde me pongo a pensar, recuerdos, momentos vividos, disfrutar o vivir angustiosamente los últimos momentos sabiendo que son esos. Irrepetibles, al menos por el momento. La esperanza esta, nunca se pierde, pero todo es diferente cuando depende de otra persona.
Ese último trayecto, que mezcla lágrimas en los ojos, pensando en ese camino transitado muchas veces pero que esta vez es la ultima. La sensación de querer que ese viaje sea eterno, porque sabes que al arribar al lugar predeterminado va a ser la despedida; o el querer que ese destino llegue a la vuelta de a esquina, para que el sufrimiento no se alargue con el paso del tiempo.
Como decir adiós a una persona querida, como retener en mi retina, esa mirada, esa sonrisa. Como olvidar el tacto de sus labios como la caricia en la mejilla. Esa caricia que muchas veces fue sentida y bien recibida pero que en ese último viaje sonó tan distante, como una palmada de un alguien para despedirse. Que difícil es decir adiós, sobre todo cuando uno no lo quiere decir.
Hoy estoy de este lado, el lado del temor al que vendrá, el lado de la angustia y la bronca interna de no poder ser más o no ser correspondido por esa persona tan maravillosa. El lado del sentir pensando que te fuiste y con la esperanza de que vuelvas. De esa congoja.
Es como volver a ese bar, pero sobre todo sentir que en un par de minutos, se elimino la esperanza de un futuro, de ese último viaje, de ese último abrazo, de esa última mirada y de ese último beso.
Que fea es la despedida y más cuando uno no quiere que termine. Aunque todos sabemos que todo tiene un final, la manera de llegar a ese destino es lo que te da valor y te reconforta. Y aunque no lo veamos, la esperanza de una nueva vida, de una nueva etapa, de un nuevo comienzo siempre esta latente……aunque la luz hoy en día sea poca.